jueves, 19 de noviembre de 2009

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA


Dicen que la práctica te acerca mejor a los aprendizajes, que a través de experimentar, de explorar, de descubrir… empiezas a comprender, a asimilar, a formar nuevas ideas, a removerte por dentro… a convertirte en alguien más “lleno” o mejor construido…según se mire.


Pero resulta que, tras toda esa experimentación, tras cuestionarme tantas veces a las 14:00 h (y muchas veces en los cambios de clase, en la misma clase, durante una explicación absurda y ante un bostezo incontrolable), me doy cuenta de que la teoría inunda mi cabeza pero…¿dónde ha quedado la práctica?


Estoy de acuerdo con que yo aprendí más, mejor, que me acerqué a algo, que le di nombre, sensación, sentido y forma, pero cuando me encuentro en la hora de ponerlo en práctica… ¿dónde se ha metido?


Es curioso cómo saber algo no está estrictamente relacionado con ponerlo en práctica. ¿Es que en el fondo aún no lo sabemos? ¿Es que no sabemos ponerlo en práctica? ¿Es que es más fuerte la incertidumbre a llevarlo a cabo que la incomodidad de la disonancia que crea lo que ves, y lo que sientes, quieres y sabes que deberías, al menos, intentar hacer?


¡Pero qué conductistas que sois! Me chirrió esa frase…incluso me hizo sentir incómoda. ¡Conductista! ¿Yo? Venga ya… Pero vaya… que no iba la cosa muy desencaminada, y me alegro de la frase, no creáis, porque al menos ha sido el empujón de vuelta al blog. Creo que es una forma de desahogarme de estos retos (quería poner ratos pero me ha salido reto y creo que incluso es más apropiado) ante los que me encuentro cada día. Ratos y retos, al menos para mí. Pero además, es el momento en el que los puedo compartir, con los que me leéis y conmigo misma.


¡Ay que ver lo diferente que se ve algo que se plasma por escrito, que no anda solamente pululando por mi cabeza…! Parece empezar a coger forma, a tener sentido… y a empezar a ver por dónde podemos empezar a plantearnos cambios. Al fin y al cabo, el cambio es lo que me mueve a mejorar…supongo…


Impaciente por convertirme en una facilitadora del aprendizaje, en una guía en el aprendizaje, en una muleta en la que apoyarse, me he convertido en una preocupación constante porque no lo soy. Y lo peor… ¿qué está ocurriendo mientras no lo estoy siendo? ¿Qué estoy siendo?


Al menos creo que esta vez intentaré mantener la constancia… escribir algo más e ir descubriendo cómo poner en marcha mi manera de entender la enseñanza y el aprendizaje que, aunque no lo parezca… yo creo que algo se dejará ver…

lunes, 21 de septiembre de 2009

¡NO QUIERO SER FUNCIONARIA!


Hay quién diría que soy un poco caprichosa, que no me conformo con nada y que siempre le tengo que buscar los tres pies al gato… Pero no puedo ocultarlo más… ¡No quiero ser funcionariaaaa!


Lo he intentado… o al menos… lo he probado… y no es que no me guste, no es que no esté a gusto, no es que no me apetezca pasarme por clase, hablar con los niños, explorar en sus curiosidades y sacarlas a pasear, a relucir, a indagar, a descubrirlas… lo que no me gusta es hacer fichas, plantearme objetivos antes de conocer a los niños, saber dónde quiero y tengo que llegar antes de saber qué quieren ellos saber, hacer, sentir, vivir, qué necesitan… No quiero ser funcionaria, y mucho menos la clase de funcionaria que todo el mundo ve ahora…


¿Dónde estoy? Hoy, más que cualquier otro día, he tenido el recuerdo de empezar las clases… porque hoy empiezan en la facultad y porque yo ya no soy parte de ella. De nuevo hay quien pensará que estoy loca por no sentirme aliviada al pensar que la época de obligación, de estudios, de “aprender” porque es lo que toca, pasó. Sin embargo, es en esa época en la que yo me encontraba segura, en la que podía decir que era yo, en la que podía pasarme horas leyendo o buscando en Internet…o escribiendo en mi blog, reflexiones que me iban ayudando a comprender, a aprender, a aprehender… Y mírame ahora, tengo que robar un pedacito de tiempo de mi funcionariado para poder dedicarme a mí, para poder reivindicar que estoy aquí, que soy la misma y que sólo me he cambiado de ropa…


¿O no? Creo que eso es lo peor de todo… ¿y si no soy la misma? ¿Y si ya no tengo ganas de escribir, de cuestionarme, de agotarme cada día? ¿Y si me convierto en funcionaria? ¿Y si de de repente hago exámenes, lleno mis cajones con fichas de matemáticas, lengua, cono…? ¿Y si empiezo a corregir con rojo?... ¡y si empiezo a corregir! ¡A buscar el error en lugar de la originalidad, en lugar del resquicio por el que mirar!


¡Que no! ¡Que no quiero ser funcionaria!

martes, 12 de mayo de 2009

EN BLANCO...


Delante del papel en blanco… y no tengo nada que escribir. No tengo, no puedo o no sé qué decir.

Después de un debate en clase en torno a la película “Entre les murs”, me he quedado sin palabras. Me encantaría decir que es por lo impresionada que estoy, por la revolución que ha creado en mí, pero no… es mucho más simple que todo eso… es que simplemente no sé qué decir. ¿Se me habrá olvidado todo? ¿Cómo es posible que no sepa relacionarlo con nada de lo que he estado viendo a lo largo de estos dos años en psicopedagogía? ¿Cómo es posible que no pueda tampoco conectarlo con mis clases de doctorado o aunque sea con mis propias experiencias cotidianas? Conectarlo, me refiero a ir más allá de tratar sobre el contenido, de divagar acerca de lo que se ve en la película, de descubrir aquello que está oculto.

¡Cómo de cerca me siento ahora de Nathalie, esa niña de 12 años que Pennac muestra en Mal de escuela, cuando dice: tengo 12 años y no sé nada! Tengo 24 años y no sé nada. Tengo muchos años de compartir reflexiones, clases, lecturas… ¡y no puedo conectar nada! ¿La discusión de clase? ¿El debate? Me ha dejado, sinceramente, desarmada… me hubiera ido de la sesión, hubiera salido corriendo… se me hubiera escapado de las manos al igual que se le escapó de las manos al profesor de Francés cuando las delegadas de clase le contaron a Suleiman su versión de la junta de evaluación.

Esa “sucia prisión” como señala Pennac tiene más fuerza de la que yo pensaba. ¡Cómo de fuerte pueden ser esas subjetividades que nos atrapan, que nos empiezan a hacer conectar las situaciones con nuestras propias expectativas, con nuestros temores, con nuestras propias creencias! Se me ha escapado de las manos porque no encontraba dónde agarrarme, porque no sabía cómo demostrar que tenía algo que decir, la obligación de decir algo… y he empezado inevitablemente a conectar conmigo misma. ¿Qué hago aquí? ¿Es realmente lo que quiero? ¿Es que no he aprendido nada? ¿Es que todo el mundo ha entendido tan claramente la película? ¿Qué me he perdido? ¿Por qué no soy capaz de encontrar conexiones?

¿No sería quizá lo que estaría ocurriendo con ese profesor de francés? Se le escapaba de las manos, no tenía límites y normas establecidos, había incoherencias… Todas estas expresiones han salido hoy durante el debate, pero ahora que me he dado cuenta de lo fácil que resulta que se nos escape de las manos y que llevemos las situaciones a nuestro terreno personal, me pregunto ¿Por qué tenemos las personas esa facilidad para encontrar explicaciones tan pronto? ¿Por qué achacamos la situación que se daba “entre esos muros” a una falta de orden, de normas, de límites? ¿Qué hay detrás de esa justificación? ¿Por qué para cada uno de nosotros es importante tener esos aspectos bien fijados? Supongo que sentirnos seguros lleva de la mano en muchas ocasiones no dejar lugar a la incertidumbre pero… ¿qué ocurre cuando aún así la incertidumbre se abre camino? ¿Qué le ocurre al profesor de francés cuando sus técnicas bien pensadas de acercamiento al alumnado, de conectar con sus ideas previas, de favorecer un aprendizaje significativo, de hacerles sentir importantes y partícipes en el propio proceso educativo, se transforman en un conflicto? ¿Qué se entiende por conflicto? ¿Qué ocurre cuando surge un imprevisto? ¿Cómo se aborda?

Desde mi punto de vista, en muchas ocasiones planeamos las situaciones, nos desenvolvemos en ellas de tal manera en la que sentimos que controlamos la situación, que decidimos cómo y cuándo hacer lo que queremos y además lo justificamos bajo unos principios totalmente pedagógicos, pero cuando se truncan los caminos, cuando se mueven esos hilos que teníamos fuertemente agarrados, ¿qué sale entonces? ¿Desde qué postura estamos mirando ahora? ¿Cuál es el verdadero conflicto? ¿Estaremos proyectando nuestras debilidades, nuestra sucia prisión sobre ellos?

No sé qué voy a hacer cuando salga de entre estos muros…supongo que construir otros.

viernes, 8 de mayo de 2009

TODO COMENZÓ ASÍ...


Ha pasado mucho tiempo ya desde que Darth McGuffin y yo, DarkMcGuffin, nos encontramos por última vez… en realidad, ésta fue la última foto que nos tomamos.

No creáis que es oro todo lo que reluce porque Darth McGuffin tiene un pasado oscuro… un pasado sombrío… La verdad es que antes no era así, no sé lo que pasó aquel día… Antes le gustaban las napolitanas de crema, prefería el estrés de la gran ciudad… y sin embargo, ¡miradle ahora! Con su palmera de chocolate, en un parque… ¿Qué te ha pasado Darth M.?

Recuerdo aquel día, estabas especialmente inquieto.

Darth M.: ¡Ya lo tengo! ¡Ya lo tengo!
DarkM.:¿Qué tienes Darth?, pregunté yo curioso, ¿Qué es eso tan interesante?
Darth M.: Hoy me he dado cuenta de que no es que no me gusten las palmeras de chocolate, pero es que nunca había probado a comerme una mientras me relajaba tranquilamente en el parque.
DarkM.: ¿y eso es tan importante? Vaya cosa… pues si hoy te gustan las palmeras más que las napolitanas…no creo que sea motivo de fiesta ¿no?
Darth M.: ¿no lo entiendes? No es que no me gusten las napolitanas, ni siquiera es que ahora me gusten más las palmeras… solamente que he aprendido a saborearlas de otra manera
DarkM.: ¿De otra manera? ¿De cuántas formas se puede saborear una palmera, o una napolitana? Puedes comerte primero los bordes, puedes empezar por las almendras… puedes aplastarla para que se concentre la crema… ¡Pero sólo hay un sabor!
Darth M.: ¿Estás seguro? Fíjate que yo no lo tengo tan claro. ¿Cómo sabes que es así? ¿Qué evidencias tienes que de es la única manera de saborearlo?
DarkM.: Pues sí que estás filosófico hoy… ¿Puedes explicarme un poco más a qué te refieres o realmente ésto es cuestión de paladares?
Darth M.:¿Puedo o debo? Si lo hago, ¿lo disfrutarás igual que yo? ¿Llegarás a la misma idea? ¿Te arrastraré a mis pensamientos o generarás los tuyos? ¿Serán iguales? ¿Diferentes?
DarkM.: Pero si no me lo dices, nunca te voy a entender… no voy a poder mantener una conversación contigo si no utilizamos el mismo lenguaje ¿no? Que si esto es por las napolitanas… cambio a donnetes y listo eh…

Darth M.: ¿Alguna vez te has planteado cuántas maneras diferentes hay de decir algo? ¿Cuántos lenguajes podemos utilizar, cuantas formas de abordar un tema? ¿Alguna vez te has parado a pensar qué haces cuando tratas de explicar algo a alguien?

Y tras decir ésto se bajó del columpio y se marchó. ¡Yo había estado empujándole y ahora me tocaba a mí! ¡Y coge el tío, con su paranoia y se fue! Ni siquiera miró hacia atrás para despedirse… nada más me dejó ahí…con todas esas preguntas que no tenían sentido alguno… y ahora le veo aparecer de nuevo… Darth McGuffin, no sé a qué has venido otra vez pero no me lo digas, no me lo digas…que ya estoy más cerca…

martes, 5 de mayo de 2009

DARKMCGUFFING...VE DESPIDIÉNDOTE


A veces pienso y lo hago mejor (J.P. 2009)

¡Qué sería de nosotros sin frases sencillas, claras, sinceras… que dicen tanto en tan poco!


¡Gracias papá, porque cuando más perdida estoy, llegas tú, después de poner esa cara de reflexión, después de mirarme por encima de las gafas y tras haber hablado durante más de 30 minutos sin que nadie te hiciera caso, o al menos, sin que nadie parara a decirte nada a excepción de “¡que no escucho la tele!”, y sueltas algo así, aclarador, sencillo…que te deja la cabeza sin otra cosa que el eco de la frase… Gracias!

DarkMcguffing…¿ves como no era tan difícil?

lunes, 27 de abril de 2009

SOBRE LA JUSTICIA


Este fin de semana estuve en un curso de formación de mediadores escolares, un programa que se está llevando a cabo en algunos institutos y colegios de Torrejón y que consiste en formar a algunos alumnos y alumnas para desarrollar en sus clases y centros la labor de mediación con aquellas personas que acaban de llegar o con aquellas que no consiguen integrarse en su grupo o en el centro en general.

La verdad es que podría señalar muchas cosas de este fin de semana porque la manera en la que los niños y niñas, los adolescentes, hablaban, reflexionaban, planteaban situaciones, etc. que ponían en conflicto sus sentimientos o inquietudes con esa labor que habían decidido desempeñar, era increíble y, desde mi punto de vista, daba una visión muy optimista de las nuevas generaciones… esas a las que todo el mundo se encarga de tachar como irresponsables, enganchados todo el día a la TV, sin límites ni normas… Lo que allí viví fue de verdad una experiencia totalmente enriquecedora. Pero hubo un aspecto que me hizo pensar y que me mantuvo un rato bastante desconcertada y es por eso por lo que lo comparto aquí.

A raíz de una actividad que propusimos, los niños y niñas tenían que elegir, de una lista de objetos valiosos, cuáles de ellos llevarían consigo en el caso de que hubiera una inundación y sólo pudieran escoger 4. Hasta aquí…todo normal…incluso la dinámica puede sernos cotidiana a todos. La cuestión es que, al tener que trabajar en grupos e intentar ponerse de acuerdo entre ellos me di cuenta de una situación curiosa… al menos para mí.

Cuando pusimos en común sus elecciones y cuando indagamos acerca de las posibles dificultades que habían podido surgir al trabajar en grupo, cómo se habían puesto de acuerdo, etc. me di cuenta de que habían inventado una táctica estupenda para no entrar en conflicto. La votación. Ésta se había convertido en el recurso por excelencia para eliminar cualquier rasgo de injusticia en las decisiones finales. Todos los participantes tenían tan asumido su rol, ese papel de personas comprensivas, que comprenden al otro, que le consideran con los mismos derechos que los demás, que no cuestionaban en ningún momento otra opción que no fuera lo que la mayoría prefiriera.

No puedo decir que fueran chavales que no reflexionaban, que no pensaban y que no se escucharan entre sí, ¡todo lo contrario! Me sorprendió su capacidad de intentar escuchar y comprender el punto de vista de los demás. Sin embargo, me di cuenta de que había algo que se estaba perdiendo y era la capacidad crítica de los alumnos.

Tenían tan interiorizado que debían respetarse y darse oportunidades unos a otros que no buscaban justificación alguna más allá del respeto y de la consideración de las posturas individuales que, según su visión, se veían reflejadas en la decisión de la mayoría. Ninguno hizo alusión a un sentimiento de incomodidad ante resultados que quizá no fueran de la mano de sus decisiones individuales y ésto no era causa de un debate y comprensión de posturas mejores sino simplemente por una cuestión de mayoría.

Ya me parece un paso enorme el pensar que un grupo de niños y niñas de entre 10 y12 años se reúnan, escuchen y respeten sin hacer juicios acerca de las personas, pero me preocupó en parte lo que se derivaba de allí. Ciertos instrumentos, herramientas como era la votación, se habían convertido en el eje de la justicia, en lo que decidía lo que valía y lo que no, pero bajo el lema de la igualdad de oportunidades y el respeto. La votación, como medio para la igualdad se estaba convirtiendo en la anulación de las diferencias, del debate, del pensamiento crítico.

Todo ésto me hizo plantearme cómo todos aquellos valores, ideales, mecanismos que la sociedad actual utiliza como medios de democratización, pueden adoptar enfoques totalmente distintos aunque la misión última de los mismos no fuera esa. ¿Estaríamos pidiendo a esos niños y niñas un pensamiento demasiado comprometido? ¿En qué podría desembocar este tipo de situaciones si no se trabaja también la propia ironía de la democracia? ¿Se intenta desde la escuela dar un paso más? Es decir, no basta con hacer explícitos y experimentar aquello que deseamos desarrollar en el alumnado, también es necesario hacerles entrar en contradicción, cuestionar esos mismos ideales, mecanismos…Bueno, éstas son algunas de las ideas que me rondan la cabeza ahora… pero supongo que todo requiere su tiempo.

sábado, 18 de abril de 2009

EL PROFESOR-INVESTIGADOR. LA CREACIÓN DE UN CURRÍCULO VIVO


¿De qué manera entiende un investigador educativo el currículo y de qué manera éste es interpretado por un maestro? ¿Cómo sería además una visión donde el individuo complementara su labor docente con la investigadora?

Perspectivas como la de Elliot (1990) comienzan a mostrarnos nuevas maneras de afrontar la investigación en los contextos educativos, nuevas perspectivas que no tratan simplemente de cómo abordar esta práctica y de las dificultades de llevarlo a cabo sino que además se sumerge en cuestiones que rozan el cuestionamiento de algunos ideales básicos. Entre ellos, la concepción del currículo, de evaluación y del propio proceso educativo.

Como ya comentamos en reflexiones anteriores, una investigación externa a la práctica educativa, aquella que miraba “a la escuela” pero no “en la escuela” podía correr el riesgo de no ser fiel a esas inquietudes, a esas necesidades y cuestiones que en el mundo educativo constituían los interrogantes sobre los que trabajar. Por ese motivo, nos remitimos ahora al texto de Elliot (1990) porque nos ofrece una nueva visión de esta realidad. Es decir, tener conciencia de la necesidad de incorporar a las prácticas investigadoras a los propios docentes no nos ofrecía claves acerca de cómo hacerlo, pero Elliot nos va abriendo nuevas perspectivas que nos ayudan a esclarecer este asunto.

¿Cómo sería una auténtica investigación realizada por los docentes? Desde mi punto de vista y siguiendo las líneas de Eisner (1998) y Elliot (1990), una investigación realizada por los propios maestros responde a un enfoque eminentemente cualitativo. Una investigación de la educación desde dentro de ella misma no puede buscar simplemente las relaciones de causalidad o las conexiones entre unas y otras variables. Una investigación del profesorado en sus propias aulas, en la vida diaria de la realidad educativa busca al fin y al cabo comprender, explorar, reflexionar y seguir manteniendo viva aquella espiral que comienza con el único objetivo de no parar. En palabras de Eisner (1998) “la forma y el enfoque que un estudio cualitativo puede tomar gradualmente están más cerca de la creación de un collage que de la construcción de un edificio. Un collage terminado depende de decisiones en proceso, hechas a partir de la observación de la configuración que se va revelando. En un collage, el artista controla las cualidades y las exige. En una escuela las cualidades “se despliegan” y el investigador cualitativo las ve y las selecciona”

Pero, ¿está el profesorado preparado para afrontar este reto? ¿Pueden los maestros llevar a cabo estos procesos de reflexión e indagación de manera compatible y conectada con la labor docente?

Por una parte me gustaría señalar que, tal y como muestran Marilyn Cohran – Smith y Susan L. Lytle (1999) la investigación educativa y la acción educativa difícilmente pueden desligarse una de otra, es decir, no consiste tanto en complementar ambas prácticas sino en formar al profesorado para que la una forme parte de la otra, es decir, para conciliar la investigación en el aula, del aula y con el aula con la propia labor del profesor.

Es aquí donde conectamos esas primeras cuestiones que veíamos que se empezaban a cuestionar. ¿Cómo entendería el currículo, los procesos de E/A y la educación en sí misma un profesor-investigador-reflexivo?

Desde mi punto de vista, desde la visión dentro/fuera que ofrecen las autoras, se defiende una manera de entender el currículo diferente a la tradicional. Un currículo que tiene como base la práctica constantemente investigadora, que entiende su elaboración desde una perspectiva en el que éste está abierto y es flexible a las circunstancias que van emergiendo en el contexto concreto de aula, ciclo, curso… No un currículo que guíe u oriente la práctica sino uno que surja de y con ella.

Sin embargo, no debemos olvidar que desde las instituciones educativas se exige al profesorado la planificación del proceso de Enseñanza y de Aprendizaje y su explicitación en los diferentes documentos de concreción curricular. De esta forma, un currículo cuya base es la investigación y la construcción continua del mismo, no puede cerrarse hasta que el curso haya terminado. ¿Cómo hacer frente entonces a estas exigencias? ¿Trabajaría el profesorado con un modo poco contextualizado y general para hacer frente a esta exigencia actuando en paralelo conforme a esta forma de entender la creación del currículo y la puesta en marcha realmente del proceso educativo? ¿Puede ser el profesorado totalmente transparente o debe jugar aún a esconder estas nuevas formas de abordar el reto educativo que implica inevitablemente un cambio en la propia profesión del docente?

Desde mi perspectiva, este tipo de cuestiones son las que aún frenan muchas iniciativas hacia estas maneras de abordar el proceso educativo, de convertirse en verdaderos investigadores del aula. Aunque el profesorado juegue un papel fundamental y aunque éste vaya dirigiéndose hacia perspectivas más amplias, complejas y reflexivas acerca de lo que significa la educación y la investigación en la misma, un cambio en la perspectiva cultural y social se hace necesario para apoyar estas nuevas corrientes que, sin duda, prometen dejar huella.

viernes, 17 de abril de 2009

INVESTIGADORES E INVESTIGADOS ¿ES POSIBLE UNA COMPLEMENTARIEDAD?


Continuamente escuchamos que toda investigación debe intentar dar respuesta a las necesidades que puede estar emergiendo en la sociedad, con el fin de poder aportar algo que ayude a transformarla y a cubrir dichas necesidades. Sin embargo, en la búsqueda de dichas situaciones, ¿cuántas veces se tiene en cuenta la verdadera visión de los que están íntimamente ligados a esa realidad que deseamos investigar? ¿Cómo podemos estar seguros de que realmente existe esa necesidad y sobre la que tenemos que trabajar sino colaboramos con ellos y partimos desde su visión?

Desde el punto de vista del mundo educativo, Contreras (1999, El sentido educativo de la investigación. pp. 448 - 462) nos muestra cómo ese fin último de la investigación, es un terreno especialmente alejado de la realidad. La investigación juega un papel dicotómico en el momento en el que se permite su división entre aquellos que socialmente tienen el poder, el derecho y la fiabilidad para indagar, buscar respuestas y generar conocimiento científico generalizable, y aquellos que hacen, que construyen y que día a día transforman la educación. De manera que al final, “la investigación se presenta como actividad racional para ofrecer la verdad de los hechos, situándose por encima de cualquier preferencia o de cualquier implicación en la transformación de la realidad." (Contreras, 1999)

Desde mi punto de vista y siguiendo el discurso de Contreras (1999) podríamos decir que la investigación realizada por el mundo académico puede presentar muy buenas intenciones, puede que realmente busque encontrar hallazgos que permitan avanzar en el conocimiento pedagógico, en las prácticas educativas, etc. Pero, ¿cómo están seguros de que esas necesidades son las que realmente están siendo foco de atención en la realidad educativa? ¿A qué están respondiendo realmente esos interrogantes, esas inquietudes, esas preguntas de investigación desde la que parten los investigadores? Al fin y al cabo, “la investigación aparece guiada por el desconocimiento y la incomprensión de la práctica educativa y su funcionamiento para los investigadores, (de manera que) tanto las formas como los objetos de evaluación actúan al servicio de las perspectivas y de las necesidades de conocimiento de los académicos" (Contreras, 1999)

¿Cómo podríamos aunar esos esfuerzos por construir y transformar el conocimiento pedagógico, el conocimiento científico y responder realmente a esas inquietudes y necesidades de la realidad educativa?

La labor del profesorado entra aquí en juego. En un juego en el que, al parecer, había estado hasta ahora excluido o al menos muy poco valorado. Su nuevo rol como investigador.

Podríamos decir que quizá su papel estaría cambiando, abriéndose a nuevas funciones, nuevas formas de afrontar el reto educativo… Pero, ¿ésto es realmente cierto? Es decir, la labor educativa es un constante proceso de reflexión, de búsqueda de la mejora, de alternativas. “La realización de la enseñanza como actividad educativa no admite la disociación entre procedimientos y finalidades y, por lo tanto, requiere de una continua reflexión como modo de conexión entre dichos procedimientos y finalidades, así como entre conocimientos y acción.” (Contreras, 1999). El profesorado implicado, aquel que realmente entiende la actividad educativa como una filosofía, como un reto al que enfrentarse día a día, no desarrolla en el aula una serie de recetas o de estrategias que otros han denominado como influyentes, determinantes, relacionadas, etc. en los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Desde mi punto de vista, un profesor que entiende la educación como motor de cambio social no podrá simplemente actuar, sino que el proceso de reflexión-acción continua se convierte en una función más dentro de su labor, de la construcción, transformación y mejora de la educación en todo su conjunto. La reflexión-acción continua en la que se encuentra sumergido supone la base de una investigación de la educación y con la educación.

De esta forma, impulsar nuevas formas de indagar, de conocer, de contribuir al avance y mejora de los procesos educativos debe partir de la realidad en la que éstos están inmersos. No podemos desligarnos ni olvidar el potencial que el profesorado tiene a este respecto porque son ellos, junto con el resto de miembros de la comunidad educativa los que dan sentido a la educación, los que la construyen, interpretan, los que le otorgan el nombre.

No podemos afrontar una investigación sin que parte de su naturaleza quede excluida.

viernes, 3 de abril de 2009

QUEDA PROHIBIDO

Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.
Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles solo cuando los necesitas.
Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un ultimo suspiro.
Queda prohibido echar a alguien de menos sin
alegrarte, olvidar sus ojos, su risa,
todo porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen mas que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.

PABLO NERUDA
(Parral, 1904-Santiago de Chile, 1973)

miércoles, 18 de marzo de 2009

¿PSICÓLOGA O AMIGA?


¿Cuántas veces nos han interrogado, nos han contado preocupaciones o situaciones incómodas, las personas de nuestro alrededor, para intentar encontrar un hombro en el que apoyarse, para sentir comprensión y aliviar la carga que llevaban dentro?

Pero... ¿qué pasa cuando esa amistad se torna en psicología? ¿Qué ocurre cuando se cuelga la etiqueta de que tienes que comprender, no juzgar, dejar tiempo, captar a la otra persona y actuar justo en el momento adecuado y exactamente de la manera en la que se tiene que actuar? Incluso, ser capaz de evaluar las diferencias entre varias situaciones para hacer consciente todo aquello que ha podido estar influyendo en la situación de manera que en un momento determinado una actuación haya sido todo un éxito y en otra todo un fracaso.

¿Por qué nos piden que dejemos a un lado los sentimientos, las emociones, la mirada desde el amigo o la amiga que somos, para observar a través de la lupa del psicólogo?

Creo que tengo un problemilla con eso. No puedo despojarme de mi "etiqueta" de amiga cuando tengo que ponerme la de "piscóloga". 1º... porque no lo soy... 2º porque no creo que se pueda actuar de igual manera ante personas que tienen diferentes siginificados para tí y distintas complicidades contigo.

Cuando alguien me pide algo así, intento mostrar las consecuencias de ésto... ¿dónde queda la amistad? Si de verdad ese alguien me pide actitud de psicóloga, si lo intento con todas mis fuerzas, si intento despojarme de esos sentimientos que me atan, entonces podría conseguirlo... pero no me pidas luego que vuelva a ser tu amiga... porque no sabré cómo hacerlo ...

¿A alguien más le ocurre ésto? ¿Se puede controlar? ¿Separar?

Me angustia bastante la idea de no poder ayudar a las personas que hay a mi alrededor como ellos y ellas quisieran que les ayudase. Pero por eso intento ser sincera y poner sobre aviso sobre aquello que suele ocurrirme cuando me olvido de esa amistad para "ayudar" de la forma que se me está pidiendo. ¿Compensa la pérdida?

La verdad es que la duda que más me ronda es... ¿es una excusa para esconder mi posible miedo a no ser capaz de ayudar a otros o realmente es una situación típica en estas circunstancias? Y más allá... ¿realmente puedes hacer comprender a alguien que ésto es lo que ocurre? ¿Se lo tomarán como una excusa? ¿Se perderá entonces la amistad tras entender que no se quiere prestar esa ayuda? Si fuera así...no habría entonces nada que perder porque ya se habría perdido... ¿podría ayudar ahora? ¿Me dejaría? Tendré que pensar sobre ello, pero a partir de ahora mi forma de presentación será: "Me llamo Mary...y no soy muy buena dando consejos..."
En fin... que difíciles son las cosas...





martes, 3 de marzo de 2009

SOBRE LAS CURIOSIDADES DE LA VIDA...



Aunque ya hace tiempo que terminamos las clases y aunque ya hace unas semanas que presentamos el trabajo final, llevaba unos cuantos días pensando que algo tenía que decir de todo el proceso, que algo se me quedaba en el tintero si no hacía una recapitulación de todo lo que había significado para mí haber estado trabajando a vuestro lado, construyendo y reconstruyendo ideas, conocimientos, teorías de grandes pensadores o incluso teorías de “andar por casa” que cada una manejábamos a diario... Y hoy ha sido por fin el día.


Tengo una exposición que prepararme, unas lecturas sin empezar, una reflexión pendiente... pero he decidido dedicar este último ratito del día a pensar en vosotr@s, en mi y en aquello que compartimos. ¿Por qué? Voy a ser sincera, y es que en la clase que he tenido hoy en la Autónoma me habéis vuelto a venir a la mente. En realidad nunca os vais porque en cada ejemplo, en cada explicación, encuentro una conexión con aquello que estuvimos trabajando durante las sesiones y fuera de ellas... sobretodo fuera...Y es por eso por lo que no puedo dejarlo pasar ni un minuto más.


Quiero empezar por recordar el día del gran estreno. Un cartel, una alfombra roja, un “agradable” olor a palomitas... en fín...era todo perfecto...y realmente me lo pareció. Me reí y pudimos compartir el trabajo final, compartir una pequeña parte de todo el proceso que habíamos estado llevando paso a paso durante tanto tiempo y en tantos lugares: en las clases, en el ascensor, en el tren, en la autónoma, en cualquier sitio con ordenador, en la biblioteca, en los trabajos... hasta en casa! Jajaja


Y es en la reflexión final donde quizá se me quedó algo pendiente. Es cierto que entre comentario y comentario todas fuimos abriendo un poco muestra manera de vernos y la forma en la que nos veíamos tiempo atrás.


Parece mentira que un proceso de este tipo pueda cambiar a alguien, parece exagerado decir que quizá ya no soy completamente la Mary que era tiempo atrás. No quiero decir que haya tenido un cambio radical, que haya visto la luz y que me vaya a meter a monja... “dios me libre”...jaja pero sí que en aquel me momento tuve la ocasión de aportar en cierta medida qué había cambiado en mí durante el proceso, qué me habíais aportado cada una de vosotras y cómo lo veía ahora reflejado tanto en ese corto con el que tanto nos reímos como a través del análisis y de la reflexión del proceso que habíamos llevado a cabo.


Es por eso que hoy estoy escribiendo esta bitácora. Porque después de ese comentario comencé a ir un poco más allá, a intentar explicarme a mí misma cuáles habían sido esos cambios, de qué manera el aprendizaje colaborativo había calado en mí, qué me había aportado.


Desde mi punto de vista y como os comenté allí, cuando empezamos a trabajar estaba bastante “cuadriculada”. Fíjate, después de decirme a mi misma que es importante respetar el ritmo de cada uno, que hay que descubrir de la mano de otro, que hay que descolocarse y valorar esa situación para después llegar a otra donde parece que todo se esclarece... después de decirme a mi misma todo eso, resulta que me di cuenta de que ni me estaba dejando tiempo, que no estaba respetando mi ritmo y que por supuesto estaba aprendiendo en colaboración con mis compañeras... siempre que ellas tuvieran en mente la misma manera de trabajar que yo... Me he dado cuenta de que la teoría con la que trabajábamos en clase, las ideas que obtenía de los textos o de las discusiones, incluso de las reflexiones que me sugerían los comentarios de los compañeros, de los blogs, etc. eran la base a partir de la cuál giraba todo cuanto pretendía hacer. Es decir, todo aquello que había aprendido estaba condicionando en gran medida lo que me estaba proponiendo llevar a cabo, la manera en la que lo estaba haciendo y el porqué lo estaba haciendo de ese modo. Me dí cuenta de que necesitaba hacer explícito todo cuanto había aprendido para que la actividad final fuera buena, para que recogiera todos los aspectos que eran interesantes trabajar, para que no perdiéramos de vista ninguna de esas distinciones de las que habíamos estado hablando y que nos habíamos dado cuenta de que condicionaban la manera en la que nos acercábamos al aprendizaje, la manera en la que nos desarrollamos, en la forma en la que damos sentido.


Por ese motivo empecé paso por paso. Comencé por intentar colaborar, intercambiar impresiones, ideas... pero muy pronto empezaron a asaltarme las dudas. ¿Estamos todos persiguiendo las mismas metas? ¿Necesitamos poner de acuerdo cómo estamos cada una entendiendo la situación para poder partir de un verdadero aprendizaje colaborativo? ¿Nos estamos escuchando realmente? ¿En qué estamos centrando la atención? ¿Cómo estamos haciendo todo ésto, porqué?... Todas estas cuestiones me desanimaron bastante al principio. No entendía como íbamos a hacer un trabajo colaborativo si no estábamos colaborando... o dicho de la manera en la que lo entendía yo... “si no estamos haciendo de forma explícita todo lo que sabemos que forma parte de una experiencia de aprendizaje colaborativo”.


La verdad, no sé cómo ocurrió... creo que un día simplemente me dejé llevar y me decidí a preocuparme un poco menos por si lo que estábamos haciendo respondía o no a lo que nos habíamos propuesto...o al menos a lo que yo me había propuesto. Decidí empezar a observar al igual que observa un niño todo cuanto le rodea... Nadie podrá decir que un niño no aprende escuchando, mirando, explorando... Decidí volver a esa manera de acercarme al aprendizaje e ir simplemente experimentando la sensación de trabajar, de escuchar a otros y de dejar un poco de lado la presión que ejercían esas grandes teorías o ideas que se habían estado machacando en clase. Decidi confiar en el grupo, decidí que, para que las cosas salgan bien no necesariamente tienen que salir como yo las tengo en mente. Me costó, pero también confié en que aquello que podía salir podría ser mejor que la genial idea que se me había ocurrido.


Para qué os voy a engañar. Tengo que reconocer que, cuando se me ocurre algo que creo que puede ser una experiencia interesante, que puede responder a todas esas inquietudes que tenemos, me cuesta pensar que otra alternativa me va a convencer más. Pero esta vez lo hice... ¡me atreví! Si, y digo me atreví porque da miedo dejar las situaciones al destino... a lo que salga...a lo que venga...


¿Todavía creéis que realmente las cosas sucedieron por azar? Hubo un momento en el que pensé: “Fijate, las cosas al final parece que se encaminan. Ya vamos teniendo claro hacia dónde nos queremos dirigir, vamos aportando ideas, van surgiendo otras nuevas, cada persona va tomando postura y la gente comienza a implicarse. Tenemos un proyecto en común y se nota un esfuerzo individual y grupal porque salga adelante. Ya no hay excusas para quedar un día u otro, ahora hay situaciones especiales, que se entienden, que se comprenden... y que además tienen alternativa...”


Ahora, con la mirada puesta atrás me doy cuenta de algunas cosas. Creo que nunca hubiera podido comprender el aprendizaje colaborativo sino me hubiera decidido a “abandonarme a mi suerte”. Ahora me doy cuenta de que todas esas ideas, todos esos conocimientos y esas teorías que habíamos estado trabajando, discutiendo, construyendo, etc. estaban reflejadas en el proceso. No hacía falta hacerlas explícitas, lo que a mí por lo menos me hacía falta era experimentarlas, sentir la sensación de abandono, de pérdida, para reencontrarme gracias al trabajo y al esfuerzo compartido. Parece que quizá estoy diciendo que hay que dejar a un lado toda la teoría que estuvimos viendo para haber pasado directamente a la acción, pero no es eso. Por supuesto que una vez que me relajé, que dejé que el proceso siguiera su curso, encontré que había muchas situaciones que podía entender, ahora con más herramientas que quizá antes, es decir, a medida que surgían las situaciones era consciente de las diferentes maneras que tenía para interpretarlas, para darle sentido, para obtener información y para utilizarlas de manera que favorecieran el desarrollo del grupo. En algunas ocasiones lo hice, las explicité. En otras no. En muchas seguramente ni siquiera fui consciente. Sin embargo, todo aquello me dio la oportunidad y me la da ahora de ir más allá, de poder pensar sobre ello y de ver las limitaciones que se ponían como una venda delante de mis ojos.


Creo que antes de objetivar algo, hay que comprenderlo, hay que sentirlo, hay que vivenciarlo. Pero no sentirlo en una clase que está destinada a ello, no me refiero a trabajar en un contexto en el que se está estudiando los procesos de autorregulación del aprendizaje y los factores personales e interpersonales del aprendizaje, me refiero a una situación en la que, fuera de esta contexto concreto, realmente tengas que ponerlos en marcha. Claro que si no hubieran existido esas sesiones, no sería capaz ahora de reflexionar sobre dicha experiencia, seguramente ni siquiera me hubiera parado a pensar en que tuviera algún interés.


Si pienso ahora en lo que me he llevado, además de todo ese conocimiento que me angustiaba al principio no poder dejar claro que sabía o que al menos era consciente de que debía saberlo o trabajar sobre ello, me gustaría decir que me llevo muchas sensaciones. Entre ellas, me llevo la sensación de que este trabajo que hicimos no es sólo mio, no es sólo que haya participado en él, sino que tiene una parte de mi, y que...porqué no decirlo, me siento orgullosa. Pero no tanto del trabajo en sí mismo sino de cómo lo hemos hecho, me siento orgullosa de la gente, de su implicación, de la mía, de sus ganas de seguir hacia adelante. Puedo decir que me siento más responsable y autora de un trabajo que nunca. Pensé que al compartirlo, al construirlo juntas se vería quizá la mano de cada una, que este trabajo final tendría un poquito de nuestras aportaciones, pero es que no es sólo eso. Me ha hecho tener la sensación de que este trabajo no es mío, ni de Lara, ni de Val, ni de Angélica, Itiziar, Maite, Dori o Dani... es que este trabajo es una sinergia de todas... No fue el trabajo ideal, se podría haber hecho mucho más, mucho menos, diferente....pero fue el nuestro... y lo mejor de todo fue que nadie se quedó con la sensación de “aquí está nuestro trabajo” sino que fue más bien un “aquí te podemos enseñar un Makig off de cómo ha sido nuestro proceso, de cómo lo hemos vivido, de lo bien que nos lo hemos pasado”... ¿El trabajo? Llegó un momento en el que casi era lo de menos...


Creo que soy una persona muy abierta a escuchar nuevas propuestas, a mirar más allá, a trabajar con otros... Todo, si es defendiendo esta postura en el aula, si es a través de una reflexión crítica, en un blog... Sí, podríamos decir que soy “colaborativa”... Pero cuando realmente se me planteó hacerlo, cuando tuve que enfrentarme a todo aquello que yo misma defendía, tuve que darme un tiempo... tuve que respetar mi ritmo y tuve que comprometerme a ser fiel a lo que creía. Lo hice y me alegro... porque ahora por lo menos me doy cuenta de todo lo que me pierdo al hablar desde el corazón de ciertos temas pero a mirarlos de reojo cuando los tengo que poner en práctica.


Por eso esta bitácora es para tod@s vosotr@s... porque ahora me llevo un poquito de cada un@ y porque, aunque os parezca que exagero....me habéis enseñado mucho. Gracias.

miércoles, 18 de febrero de 2009

EN BÚSQUEDA DE SUEÑOS...



Pero día tras día la colaboración fue ocupando más puestos queriendo pesar más que la cooperación. Se comenzaba a escuchar las ideas que menos podían interesar a priori, se comenzaba a pensar que no sólo lo nuestro es lo único, se comenzaba a comprender que gracias a lo común se consigue una unidad de mayor fortaleza, se comenzó a pensar con más objetividad en las propias cualidades intrínsecas de cada uno.

El aporte de cada una, la fuerza, la motivación… y la colaboración pudo hacer posible que se cumpliese el gran sueño…, diferente pero igual en todas ellas...

martes, 3 de febrero de 2009

MARY, "LA CHUNGA"


Nacionalidad: Española, 23 años.
Familia: Procedente de una familia...en fin...
Estudios: gimnasia de 1º, plástica de 3º y recreo de todas los cursos.
Delito: pequeños robos a comercios y señoras mayores.
Condena: si 4 y 2 son 7... más o menos... 18 mesecitos...
En prisión: 9 meses
Su objetivo al salir: coger a la abuela que me pegó el bolsazo, robarle hasta las perlas que llevaba en las orejas y tomarme un cholé en un parque lejano de este barrio...por lo menos... en Torrevieja.


LA HISTORIA:

Mi istoria? Güeno... es un poco dificil de escribir... pooo ma que nada eso, que me pillo la pasma cuando le rove a una señora...la muy...pooo eso... que yo que se, que estaba arta que desde pequeña la jente se metiera conmigo y esa cosas, que todos los niños llevavan cholas ahí mazo guapas y yo... pues eso, las mierdas de zapatitos de mi hermana de la barbi princesa o de la XuXa superespetar estar... Una ful vaya, asín que con todo el tema este de la crisis y con la de tiendas de chinos que estan avriendo por aquí (como ellos casi no me ven) pooo pense... pues un poquito de aquí...otro de alla... y mira...voy aorrando unas pelillas... Y llega la vie...de los cojo... y me pega un volsazo...Madre mia! Ni mi mae con la zapatilla me pegaba tan fuerte.. ahora que se prepare...porque cuando salga te juro que la unto... que esta no se me escapa...hasta las perlas me las llevo

lunes, 12 de enero de 2009

MIRANDO LOS DETALLES CON LUPA…


Nos encontramos ya en la recta final del curso…y digo del curso porque es lo que dejamos atrás… mientras que a partir de ahora podremos empezar o continuar con esos primeros pasos que hemos ido dando en estos meses.

De momento, nos iremos centrando en el ahora, en lo que está ocurriendo, y… ¿qué es lo que está pasando? Que nos encontramos ante la tarea final del curso como he mencionado antes, ante la presión de llevar a cabo una última experiencia, actividad, clase (aún está por definir y este es un problema sólo nuestro, de los compañeros que vamos a llevarlo a cabo).

De momento estamos proponiendo ideas, propuestas que van surgiendo y que, desde mi punto de vista, juegan únicamente el papel de ser presentadas al resto de compañeros para que entre todos vayamos, bien decantándonos por alguna de ellas que nos llame la atención, por elegir una de esas propuestas iniciando las modificaciones pertinentes y modificando quizá el sentido y dirección de la misma, o bien reformular totalmente nuestras metas e iniciar una propuesta totalmente original.

Como digo, creo que este es el paso en el que nos encontramos y después de unas cuantas intervenciones y de ver cómo cada uno de nosotros aportamos nuestras ideas, añadimos a las de los compañeros, etc. me surgió una duda: ¿Qué es lo que queremos hacer?

Esta misma duda la dejé planteada a mis compañeros. ¿Estábamos ya planteándonos la cuestión de si queríamos hacer una especie de trabajo en el que explicásemos qué era el aprendizaje colaborativo, o preferíamos hacer algo que incitara a vivenciarlo, a reflexionar sobre ello o por otra parte íbamos buscando una experiencia de aprendizaje colaborativo en sí mismo, o incluso una mezcla de todas?

Es decir… ¿Tenemos definida la meta? ¿Estamos todos orientados al trabajo hacia la misma meta? ¿Qué ocurre si no es así? ¿Tenemos que empezar por definir las metas que deseamos alcanzar, o podemos ir planteando, sugiriendo, explorando…hasta que estas mismas se vayan definiendo poco a poco y a través de la acción?

Desde mi punto de vista, es esencial que ante cualquier paso que queramos dar en cualquier aspecto de nuestra vida, es inevitable tener una meta, un objetivo al que dirigirnos, aunque ese sea simplemente dar un paso más que nos ayude a definir una meta más compleja o más concreta… pero al fin y al cabo, tendremos que encontrar un sentido a nuestras actuaciones, decisiones, y así, ir explorando las mejores estrategias con las que abordarlos.

Creo que, en el momento en el que nos encontramos, todos tenemos una meta definida. Quizá no es la meta final, pero si una especie de meta de primera fase. La cuestión es: ¿es para todos la misma? Supongo que no será a así, ya que cada uno de nosotros está analizando e interiorizando la situación de una manera diferente dependiendo de la posición desde la que la está valorando, analizando, explorando… Habrá aquellos que hayan definido sus metas en función del trabajo final, del resultado, de lo que hay que conseguir (igualmente lo que hay que conseguir está definido desde su propia interpretación de la situación), otros, sin embargo, las habrán definido partiendo de las formas, mientras que quizá nos encontremos personas donde las metas respondan más a sentimientos de responsabilidad con la tarea, compromiso, etc. que a la propia tarea en sí misma.

Desde mi punto de vista, las interacciones que se han dado hasta ahora entre los compañeros no dan a penas pistas (o al menos yo no soy capaz de identificarlas aún) de las metas que se ha fijado cada uno y mucho menos de a qué responden exactamente esas metas. Pero creo que en el momento en el que nos encontramos, aún no nos hemos parado a funcionar como grupo. ¿Por qué? Porque, en mi opinión, aún no nos hemos parado a escuchar a los otros, a escucharnos a nosotros mismos y a decidir de manera colaborativa hacia dónde vamos a dirigir nuestros esfuerzos. Creo que una cuestión clave es plantearnos que la unión hace la fuerza y que si no existe esta comunicación, si no intentamos analizar y hacer explícito los modelos que están rigiendo los pensamientos y actuaciones, propuestas… de cada uno, difícilmente podremos hacer algo colaborativo realmente. Si la colaboración implica construcción conjunta, no podemos partir de ideas diferentes de una misma realidad, si éstas no son compartidas y reconstruidas entre todos.

Estas primeras reflexiones las plantearé igualmente en el foro con mis compañeros…Lo interesante ahora sería preguntarnos… ¿Desde dónde estoy yo analizando la situación? ¿Qué quiero conseguir y por qué planteo estas cuestiones y esta preocupación? ¿Cuál es el modelo que está haciéndome funcionar?

Lo dejo abierto para trabajar sobre ésto en futuras reflexiones…