lunes, 21 de septiembre de 2009

¡NO QUIERO SER FUNCIONARIA!


Hay quién diría que soy un poco caprichosa, que no me conformo con nada y que siempre le tengo que buscar los tres pies al gato… Pero no puedo ocultarlo más… ¡No quiero ser funcionariaaaa!


Lo he intentado… o al menos… lo he probado… y no es que no me guste, no es que no esté a gusto, no es que no me apetezca pasarme por clase, hablar con los niños, explorar en sus curiosidades y sacarlas a pasear, a relucir, a indagar, a descubrirlas… lo que no me gusta es hacer fichas, plantearme objetivos antes de conocer a los niños, saber dónde quiero y tengo que llegar antes de saber qué quieren ellos saber, hacer, sentir, vivir, qué necesitan… No quiero ser funcionaria, y mucho menos la clase de funcionaria que todo el mundo ve ahora…


¿Dónde estoy? Hoy, más que cualquier otro día, he tenido el recuerdo de empezar las clases… porque hoy empiezan en la facultad y porque yo ya no soy parte de ella. De nuevo hay quien pensará que estoy loca por no sentirme aliviada al pensar que la época de obligación, de estudios, de “aprender” porque es lo que toca, pasó. Sin embargo, es en esa época en la que yo me encontraba segura, en la que podía decir que era yo, en la que podía pasarme horas leyendo o buscando en Internet…o escribiendo en mi blog, reflexiones que me iban ayudando a comprender, a aprender, a aprehender… Y mírame ahora, tengo que robar un pedacito de tiempo de mi funcionariado para poder dedicarme a mí, para poder reivindicar que estoy aquí, que soy la misma y que sólo me he cambiado de ropa…


¿O no? Creo que eso es lo peor de todo… ¿y si no soy la misma? ¿Y si ya no tengo ganas de escribir, de cuestionarme, de agotarme cada día? ¿Y si me convierto en funcionaria? ¿Y si de de repente hago exámenes, lleno mis cajones con fichas de matemáticas, lengua, cono…? ¿Y si empiezo a corregir con rojo?... ¡y si empiezo a corregir! ¡A buscar el error en lugar de la originalidad, en lugar del resquicio por el que mirar!


¡Que no! ¡Que no quiero ser funcionaria!