lunes, 15 de diciembre de 2008

SIN SABER CÓMO HE LLEGADO AQUÍ…


Para comenzar con esta reflexión, voy a seguir un comentario que Alejandro dejó en la otra. Se nos educa en saber, no en no saber y hacer algo al respecto.


La posición de no saber es en el fondo una situación incómoda, una sensación de estar perdida, de haber perdido el rumbo. Como mencionaba Alejandro en su comentario, nos enseñan constantemente a saber, y esto nos lleva a buscar una explicación rápidamente a aquello que evidencia que aún no sabemos algo, y el problema de esta búsqueda desesperada hacia el seguro es, en muchas ocasiones, conexiones que no sé hasta que punto responden a una reflexión real o más bien a concepciones e ideas que hemos interiorizado a lo largo de la vida. Ideas por otra parte, como la que se reflejaba en la anterior reflexión, como la de ser lo que sabemos.


En esa misma bitácora yo misma me daba cuenta de que situarme en ese punto me limitaba, limitaba mis esfuerzos por encontrarme cómoda en esa situación de no saber, en esa situación de tener que seguir indagando. No quiero decir que después de escribir todas esas interpretaciones hayan desaparecido. Es más, seguramente seguirán haciéndose visibles en determinados momentos aunque yo no me de cuenta. Sin embargo, ahora juego con ventaja…ahora sé un poco más… (que irónico…defendiendo la potura del no saber desde el lado en el que sé un poco más que ayer…).


¿Cómo?


Bueno, seguramente hayan influido muchos factores pero la clase de Tim Ingarfield a la que asistí el jueves 11 tiene mucho que ver y es por ello por lo que me gustaría compartir algunas ideas con vosotros que a mí me hicieron pensar:


“A veces, al ser interrogado, te das cuenta o eres más consciente de aspectos ante los que antes no te habías parado a pensar.” Cuando hablamos de ser interrogado no hace falta imaginarnos en una sala a oscuras con una bombilla iluminando nuestra cara y con tres hombres trajeados de la mafia italiana con cara de duda…. ¿Cuántas veces no nos hemos interrogado a nosotros mismos? ¿Cuántas veces no nos han asaltado las dudas?


Podemos investigar sobre lo que hacemos pero no quedándonos ahí, sino dando un paso más, estudiando y reflexionando también en cómo hacemos lo que hacemos y porqué hacemos lo que hacemos, e ir introduciendo cambios en cualquiera de esos tres nieveles.


“Cada persona, para sentirse competente, tiene que valorar lo que hace, su competencia a partir de sus propios estándares”. Está claro además qué, depende de lo que analicemos, cómo lo hagamos y porqué llevemos a cabo este análisis, las conclusiones a las que podemos llegar serán muy diferentes.


De manera que, si cada persona se analiza y reflexiona sobre si misma (quien lo haga, porque yo ya no supongo ni obvio nada… entre otras cosas, el que la gente se pare a pensar un poquito en el porqué de sí mismas) lo hará de acuerdo a unos estándares, de acuerdo a una serie de creencias que ha ido construyendo y que ayudan a hacer comparaciones para, al fin y al cabo, obtener información.


Es en este momento donde conecto las dos reflexiones (ésta y la anterior)… ¿Desde qué estándares me estaba midiendo? ¿Desde qué ideas estaba construyendo mi propias señas de identidad?


Creo que, aunque me negara a ello, los estándares estaban utilizándose desde la posición del saber, es decir, toda explicación debía pasar antes por esta concepción. Como señalé, creo que esta posición o este tipo de ideas limitan a las personas porque, ¿qué ocurre cuando no sabes? Si pensamos en términos de aprendizaje, no desde lo que sé sino desde lo que aprendo, desde cómo lo aprendo, desde hacia dónde podría aprender… ¿No da la sensación de que queda algo abierto, de que hay más, de que no hay límites ni barreras?


“La experiencia crea la estructura…” y lo importante es ver cómo analizamos dichas estructuras. No es tanto tener distinciones en la manera de pensar, de crear significados, de construirlos, sino la manera de relacionarlos, de comprenderlos, porque creo que este punto es esencial para comprender los factores interpersonales del desarrollo o al menos algunos de ellos. Es necesario ser conscientes de esas estructuras que los individuos van construyendo, la manera en la que lo hacen y cómo ésto les afecta en sus relaciones con el mundo ya que a partir de ellas surgirán nuevas conexiones que, si no guiamos, pueden facilmente dirigirse a concepciones que huyen de la confusión, del estado del no saber alejándose por lo tanto de la intriga, de la búsqueda, del desarrollo de su identidad hacia los niveles más abstractos y comprometidos.


En la reflexión anterior señalaba que no sabía ni porqué la escribía… Ahora creo que podría darle una explicación y es que, antes de ser capaces de identificar esas características en los otros, es necesario que nos miremos a nosotros mismos ya que ésto también nos ayudará a conocer a qué responden nuestras interpretaciones, nuestras propias conexiones y cómo éstas están afectando a la manera de interpretar las de otros.


Esta sensación de no saber hace que te tiemblen las piernas…pero al final… empiezas a aconstumbrarte a andar con el temblorcillo…

miércoles, 10 de diciembre de 2008

EL SABER NO OCUPA LUGAR…


“ And so when you know that you know everything you need to know, even though some of it you didn’t really know you knew; but now that you know that you don´t really need to know whether you knew it, you can let yourself know everything that you need to know in order to do this, any time you know you need it” (Page 156) (Kay Thompson., 2004)


¿Quién es este Kay Thompson y sus frasecitas? ¿Quién le ha dicho a este hombre que cada uno sabe lo que necesita? ¿Quién dice que despojarse de la idea de que sabemos todo y de que no sabemos nada nos permite liberarnos de lo que “tenemos” que saber?


¿Y si tiene razón?...


¿Todos los dilemas que se nos plantean o que nos planteamos nosotros mismos ayudan a las personas a continuar en su desarrollo?


Si yo creía saber todo cuanto necesitaba saber sobre lo que tenía que saber, ¿por qué ahora he tenido que saber otras cosas? Y lo peor de todo… ¿a qué me ayudan estas cosas? Solamente a tener que tomar decisiones a oscuras, a lanzarme a una piscina que… ¡no sé si está llena o vacía!
Todos los interrogantes que se plantean en la vida o al menos, los que te hacen tomar una decisión ¿son un escalón más en ese puente que estamos intentando trazar hacia el otro lado? ¿Y si nadie sabe dónde se sujeta ese puente? ¿Y si nadie está al otro lado? Entonces… ¿cómo me van a guiar en ese proceso de seguir avanzando? (releyendo me doy cuenta de que quizá… a partir de ahora tenga que caminar sola…). Quizá sea que no todos los momentos en la vida de una persona en los que hay que tomar decisiones sean momentos clave de transición, quizá sean solo puntos de inflexión que, según el camino que sigan llevarán o no a propiciar ese desarrollo o a quedarnos donde estábamos… o peor… ¡a ir hacia atrás como los “cangrejos”!


Quiero creer y soy fiel a ésto, que para atrás no se puede ir…. Se puede intentar no mirar hacia adelante, esconderte y hacerte “la sueca”… pero una vez que empiezas a andar, la única dirección posible que queda es hacia adelante, con diferentes matices, con diferentes consecuencias, pero hacia delante.


En muchas ocasiones siento la sensación de saber, de que tengo algo claro, de poder demostrarlo… Y todo ello, ¿a qué está respondiendo constantemente? Creo que responde no sólo a una manera de evaluarme, de ver cómo avanzo en mis aprendizajes, sino que está también hablando de mí misma, de lo que soy, de lo que hago, de cómo lo veo, de las sensaciones que me genera, de cómo me interpreto a mí misma en cada momento.
Saber algo, para mí, es ser algo.


Según ésto…soy lo que sé… ¿Lo soy?... es una contradicción constante porque diría… ¡claro que no soy lo que sé! Soy más cosas que todo ello… pero debe ser que lo digo bajito porque… ¿qué pasa cuando te das cuenta de que no sabes, de que hay cosas que aunque te esforzaras horrores por saber, tampoco sabrías hoy? ¿Qué les pasa a las personas en esas situaciones? ¿Qué es lo que me pasa a mí en esta situación?


Me tengo que permitir saber lo que necesito saber. Sería un primer paso… sería un momento para reflexionar sobre mí misma, sobre lo que sé de mi misma… sobre lo que soy al fin y al cabo…


Por no saber, no sé ni porqué escribo ésto…pero necesito escribirlo… Podría servir, como dice el texto del análisis de la narrativa, como forma de organizar los pensamientos, para esclarecer el asunto, para comenzar a dar luz sobre algo que, está claro al menos para mí, que me preocupa.
Quizá, alguien puede estar pensando que toda esta reflexión se debe quizá a una situación en la que me han dado a elegir algo y la duda me tiene absorbida. Si, yo también pensaba que era eso pero hoy me he dado cuenta de que eso es un síntoma más de mi propia identidad, de lo que soy o de lo que creo ser (un síntoma de mi propia identidad…¡como si estuviera hablando de una gripe!) . Y es que no es solamente el miedo a no saber lo que ocurrirá, este sentimiento se manifiesta también cuando me enfrento a una sensación de incomprensión, de “no saber hacer algo”…


Creo que este tipo de sensaciones limitan a las personas, me limitan a mi porque tengo que, constantemente, justificarme porqué sé o porqué no sé algo para no sentirme mal al pensar que tengo la obligación de saber y ¡no sé!


¡Y qué si no lo sé! Y… ¿quién me está pidiendo explicaciones? Si pensáis que es una locura todo ésto y que no tiene ningún sentido…entenderé que es lo normal… Para mí todo se entiende a la perfección…para mí, claro, que estoy en mi cabeza… Pero para los que aún no hayan aprendido a leer mentes como un tal Edward, lanzo aquí mi conclusión… ¿cómo voy a ser capaz de llamar a alguien desde el otro lado del puente si aún no sé ni donde me situaría yo?

martes, 2 de diciembre de 2008

EL JAPONÉS QUE NO ERA JAPONÉS, EL AMERICANO QUE NO ERA EL DEMONIO Y OTRAS MUCHAS COSAS QUE SON AL NO SER


Si intento leer el texto de Jodorowsky desde la posición en la que nos encontramos, intentando hacer conexiones con aquello que vamos viendo en clase, se me ocurren algunas ideas:


1- ¿En qué nivel de desarrollo intelectual se encuentra cada personaje?

- El americano vestido de cuero rojo: dualista, porque para él, cada problema tiene una única solución, la cuál ha encontrado en un libro. Sólo ha tenido que memorizarlo.
- Ejo Takata: compromiso con el relativismo. “¡Aprende a ser quien eres!”.

Llego a la conclusión de que Ejo está en este nivel de desarrollo porque entiendo que es capaz de darse cuenta de que Peter sólo repite un libro, pero no porque lo repita sin más, sino porque Peter está demostrando su creencia en la existencia de una sola verdad. Mientras que, desde mi punto de vista, la iluminación, esa búsqueda de la verdad en la que se encuentran los discípulos, está realmente en cada uno de ellos, de manera que cada uno encontrará una, la suya y será fiel a ella.

No sé si realmente tiene sentido todo ésto o este sentido se lo he dado yo, pero al menos me hace intentar buscar conexiones que me ayudan a comprender. Y ahora, surge una duda…

¿Hasta qué punto el estadio del compromiso con el relativismo puede contribuir al desarrollo de otros? Es decir, quizá un individuo que se encuentra en este estadio puede ayudar a fijar bases al otro lado del puente para favorecer el camino al otro lado pero, ¿hasta qué punto el “comprometido” es co-constructor de la realidad, de los significados, con el otro? ¿Puede? (Si tenemos en cuenta que la única verdad está en nosotros, y que ésta es que no existen verdades y a la vez que existen todas aquellas que lo sean para cada uno). ¿Dónde queda el aprendizaje colaborativo? ¿No es ya un camino en solitario?

¿Estas preguntas muestran mi propio nivel de desarrollo? ¿Mi impiden ver mis propias verdades?

Uy…que lío…

viernes, 21 de noviembre de 2008

¿CÓMO SERÍA UNA VISIÓN RELATIVISTA DEL COMPROMISO?


Quizá, una visión relativista del 4 estadio, del estadio del compromiso con el relativismo, sería algo inalcanzable, es decir, este siguiente paso quedaría por descubrir, como algo que, por mucho que busquemos, no lo podremos alcanzar...


Sin embargo, si afirmamos ésto...¿estamos diciendo que buscamos alcanzar algo? Mi propia visión al afirmar ésto sería relativista ¿no? Porque aún no se ha logrado despojar de la idea de que la verdad absoluta está en tí y en ningún sitio. En todos los lugares y en ninguno de ellos...


Así que... ¡deja de buscar! Simplemente camina, porque no vas a encontrar nada. Porque lo que buscas, aún está por descubrir y cuando lo encuentres tampoco será eso...porque lo que es, estará por construirse nuevamente...

martes, 18 de noviembre de 2008

¿POR CUÁNTO TIEMPO TE DURARÁ ESA VENDA?


Cuando no me había planteado qué significaba desarrollo en todos los aspectos, cuando me había quedado en que la idea de desarrollo se refería a conocer más, a ir descubriendo nuevas cosas… pero cuando aún no tenía en mente que cuando hablamos de desarrollo nos referimos también al desarrollo de nuestra identidad, de nuestra manera de ver el mundo, de entenderlo y de darle nuevos significados, todo parecía coherente. La vida seguía hacia delante y simplemente había que ir dando cada vez un paso más.


Sin embargo, ahora me doy cuenta que el desarrollo es algo más que ir hacia delante. Es más, ¿quién ha dicho que nos movamos hacia adelante? Ahora pienso en ese término como en un proceso de construcción continua. De destruir viejas creencias, viejos esquemas, pero siempre para levantar nuevas bases sobre las que asentar nuestras teorías.


¿Significa ésto que nos quedábamos igual que estábamos? Desde mi punto de vista no. Es decir, quizá nos construimos una estructura más alta pero sí una estructura más compleja de pensamiento.


Es lo que en cierta medida le estaba ocurriendo a Guillem, el protagonista de la lectura que nos pasó Alejandro la sesión anterior. Ese chico de educación física que tenía organizada su vida en torno a ciertos parámetros, a ciertas maneras de desnvolverse, de relacionarse con el conocimiento, con el entorno, con los otros… ¿Qué pasa cuando alguien pone eso en duda? ¿Qué pasa cuando alguien te pone en duda a ti mismo, a tu propia identidad?


Creo que el sentimiento es de intrusión. Se meten completamente en tu persona. Creo que Guillem se sintió ofendido porque ese libro que tantos quebraderos de cabeza le trajeron era más que una posición crítica ante sus creencia, era una posición diferente a él mismo.


Quizá, muchos de nosotros éramos Guillem también. Quizá no nos habíamos dado cuenta de que cuando negábamos rotundamente o de que cuando afirmábamos rotundamente algo, lo que estábamos haciendo era reafirmarnos a nosotros mismos…Guillem quizá no se ha dado cuenta de esto y por eso creo que está dejando pasar la oportunidad de dar un paso más, de reconstruir su manera de mirar, su manera de entender. Y digo que está dejando pasar el tiempo y la oportunidad, pero no digo que la esté perdiendo porque… ¿Cuánto le durará esa venda?


¿Cuántos de vosotros habéis pensado ya que quizá no habéis estado aprovechando esas oportunidades que, sin daros cuenta, os estaban empujando a ir más allá? Ahora que lo sabemos, ahora que somos un poquito más conscientes de que las personas tenemos que pasar por estos momento de crisis de identidad, de no saber exactamente dónde ubicarnos, ¿vamos a poder dejar pasar esa oportunidad para crecer? ¿Podemos? ¿Queremos? ¿Querrá Guillem?


Quizá, terminando ya con el ejemplo de este chico, para él sea más difícil quitarse la venda porque, desde mi punto de vista, el profesor al que pidió ayuda no supo lanzarle nuevas tablas sobre las que ir construyendo sus nuevos puentes. Quizá si se hubiera indagado, si se hubiera dado la oportunidad a Guillem de seguir reflexionando, nunca hubiera quemado el libro. No, al menos, hasta que hubiera sido capaz de verlo desde otro punto de vista.


Pero esa sensación al fin y al cabo ronda por la cabeza… ¿te consigues librar de ella? Creo que al final, Guillem tendrán que volver a esa lectura que tanta angustia le creó.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

LOS PRIMEROS PASOS…


Cuando he salido de clase me tapaba las orejas con una doble intención. Por una parte, porque ya no quería escuchar nada más por hoy. No quería que, con todo lo concentrada que había estado, con todo lo que me había costado entender y con todas las preguntas que empezaban a revolotear en mi cabeza, se perdieran o se atropellaran con nueva información de fuera. Pero además, y creo que es la principal razón, me tapaba las orejas para no dejar salir nada. Creo que la cabeza tiene capacidad… y hoy, la mía, ¡estaba llenita!

Bromas a parte, tengo que decir que para mí hoy ha sido una muy buena experiencia de aprendizaje. ¿Por qué? Pues antes hubiera podido dar muchas razones, claro que sí. La diferencia con el ahora es que podría intentar dar más, o al menos algo empieza a decirme que podría ir más allá. Podría explorar no sólo mis expectativas, mis experiencias pasadas, mi motivación de logro… sino que ahora podría intentar conectarlo también con la fase o el momento evolutivo de mi conciencia, intelecto… ¿de mi desarrollo…?

Me he sentido a gusto en la manera de abordar los temas. Es un tira y afloja constantemente porque se nos da la oportunidad de llevar las riendas, porque vamos construyendo, vamos indagando… Es como si abriésemos puertas que realmente nunca quedan cerradas del todo porque siempre hay una rendija de luz que te llevas para casa, a seguir pensado sobre ellas. Al compartir con mis compañeros las ideas que van surgiendo, las dudas, etc. comienzas a plantearte nuevas cuestiones en las que quizá antes no te habías parado a pensar. Sin embargo, no vayáis a creer que ésto ha sido siempre así. Antes me costaba escuchar a otros compañeros, escucharlos abiertamente y con intención de poder compartir e intercambiar opiniones, puntos de vista… Quizá antes sentía como una amenaza todo aquello que los demás podían enseñarme ya que eso significaba o marcaba la distancia que estaba entre lo que “debía saber” y lo que realmente sabía.

¿Aprendizaje colaborativo? Creo que estas situaciones que describo más arriba, estos momentos en los que parece que la conversación te inunda y que de pronto tu cabeza comienza a generar respuestas, opiniones que quieres compartir, etc. podrían ser un ejemplo de aprendizaje colaborativo. Es, como se comentó en una sesión, el contexto que se crea, ese clima que ayuda a que el aprendizaje se vaya construyendo poco a poco apoyándonos además de un guía que más que ofrecernos respuestas nos ofrece preguntas. Y la que me planteo yo ahora mismo… ¿estará afectando esta manera de entender la educación, este contexto que se crea, el significado que yo le doy al mismo, sobre mi desarrollo? Desde mi punto de vista es un factor clave, pero más allá… ¿cómo está afectando, a qué afecta realmente?

Lo primero en lo que debería pararme a pensar sería en lo que para mí significa ese desarrollo y además, ¿cómo sé que existe el desarrollo? ¿Cómo sé que lo estoy experimentando? Me doy cuenta de que mi pensamiento se hace más complejo, de que mi manera de comprender las situaciones, la realidad, el mundo al fin y al cabo, va siendo diferente. Pero sólo me doy cuenta de ésto cuando me encuentro un nivel por encima de lo que estaba antes. Cuando puedo mirar con cierta perspectiva al pasado. También me doy cuenta de que es difícil discutir sobre un tema, reflexionar sobre él y encontrar nuevas respuestas cuando se miran desde el mismo cristal, es decir, aunque me dedicase horas y horas a reflexionar sobre cuestiones que me preocupan o que me interesan, creo que no llegaría a encontrar realmente una rica variedad de opciones. Desde mi punto de vista, el aprendizaje colaborativo me ofrece la oportunidad de ese intercambio y de esa co-construcción de la realidad. No tengo porqué llegar a un mismo fin con mis compañeros, no tenemos porqué llegar a las mismas conclusiones o metas, sino que cada uno se llevará para sí mismo, además de la experiencia compartida, nuevas ideas que generarán nuevas dudas que nos harán seguir avanzando en la búsqueda. Y me quedo aquí, porque como dijo Einstein “lo importante es no cesar de hacerse preguntas”

¿QUÉ NOS DEPARARÁ EL FUTURO?


Comenzamos una nueva etapa. Una etapa que no sé que nos traerá pero que parece tener buena pinta.


Se quedan atrás muchas cosas, muchos recuerdos y comienzan a llegar también ganas de seguir caminando un poquito.


Me despido así de una etapa para dejar paso a otra y espero dejar plasmado en este blog mi proceso, mi camino y las huellas que vaya quedando en él.


Así que me despido definitivamente del verano y vuelvo con las pilas cargadas...

miércoles, 3 de septiembre de 2008

COMO POR ARTE DE MAGIA



“Eso es algo que aprendiste en algún momento de tu vida, que interiorizaste y que simplemente hoy sale para darle sentido a tu mundo, para ayudarte a interpretar las señales, los estímulos, las relaciones que mantienes con los demás. No es una relación de causa-efecto, está claro, existirán muchos factores que están influyendo en ti y en tu manera de desenvolverte, de relacionarte y de actuar, pero creo que es un factor importante”.


Así empezó el cambio. Con “más o menos” estas palabras, o al menos así fueron como yo las interpreté, comenzó algo que nunca antes había imaginado. Hasta ese momento encontraba sentido a lo que hacía, a cómo lo hacía y a por qué lo hacía. No necesitaba que nadie me “hiciera terapia” para ser capaz de comprender qué estaba detrás de una situación que me generaba incomodidad, desagrado, vergüenza, alegría… Es más, desde mi punto de vista y contestando a esta persona desde mi interior, pensé: esto ya no va conmigo. Entiendo lo que quieres decir pero a mí ya no me vale. Yo ya he superado todo eso porque ya he hecho consciente todo aquello que se supone, de manera inconsciente, te hace relacionarte con el mundo e interpretarlo de una manera determinada. Yo ya he detectado todo eso, podría darle una explicación hasta a porqué me angustia darle un mordisco a un trozo de pan cuando no tengo hambre…


¿Y si realmente ésto fuera así? Es decir, ¿desde qué punto de vista estaba partiendo? ¿Cuál es el modelo que sigo, consciente o inconscientemente para llegar a estas conclusiones? Desde mi punto de vista y analizándolo hoy, creo que tenía muy claras algunas ideas. Creía que lo único que necesitaba una persona para ser feliz, era sinceridad consigo misma, y cuando hablo de sinceridad no me refiero a no engañarse, sino a ser crítico con uno mismo, a intentar darle un sentido y explicación a sus actuaciones y a no tener miedo de decirse para sus adentros o en voz bien alta cuáles son sus miedos, a hacerlos conscientes.


Pues bien… ¿qué ocurre cuando crees que esa parte está alcanzada? Pues precisamente lo que pensé yo. “Me parece muy bien, me parece lógico… pero para otra persona” Es decir, yo ya he hecho conscientes esos miedos de los que hablo cuando me refiero a la “autosinceridad”, yo ya los he puesto sobre la mesa y los puedo identificar. Lo que me pasa ahora va más allá, ya no es problema mío, es problema del mundo que no se ha parado a pensar en sí mismo. Soy capaz de explicar mis reacciones y las de los demás, las tengo claras, encuentro explicaciones coherentes… ¿Por qué la gente no me deja ya en paz? ¿Por qué no hace cada uno un mirada a su propio interior y comienza a hacer conscientes todas esas cosas que le atan, esas ataduras subjetivas y comienzan a actuar por una vez sinceramente, dejando a un lado esos miedos que antes, mientras eran inconscientes, dirigían sus pasos?


Exactamente, o al menos lo he intentado, este era mi planteamiento. Cada uno puede decidir el camino que quiere seguir, la forma de relacionarse con los demás, las explicaciones que le da al mundo, a los demás… partiendo de uno mismo, conociéndose a uno mismo. A partir de ese momento no hay nadie que pueda ayudarte más que tú mismo porque no hay nadie que sepa mejor que tú aquellas ataduras subjetivas de las que hablábamos anteriormente. Pensaba que haciéndolas objetivas, que haciéndolas conscientes, simplemente desaparecerían… ¡Cómo por arte de magia!


¿En qué desembocaba todo esto? Entre otras cosas en que mi forma de relacionarme con la intervención, en que mi manera de entender la ayuda a los demás, partía igualmente de este modelo bajo el que me había atrincherado yo misma, bajo esta manera que podría funcionarme a mí y que yo había decidido que, “lógicamente” tenía que funcionarle al resto de la humanidad. Así, ante cualquier situación en la que yo tuviera que intervenir, ayudar, aconsejar… mi único papel era guiar a la persona a hacer consciente sus miedos, el sentido de sus actuaciones, del sentido que le daba a las situaciones, a las relaciones… Y una vez en ese instante, una vez en ese momento… ¿Qué más quieres que haga? Tú ya tienes la llave, ya te conoces, ya te comprendes… Ya eres libre…


¡Pues no! Y de qué manera se me ha venido todo a bajo. Porque partiendo de estas ideas todo cuanto yo esperaba, todas aquellas expectativas que yo tenía, todos los pensamientos, planteamientos y situaciones imaginarias que yo había pensado se tendrían que haber dado tal y como mi mente las estaba recreando, porque el problema no era mío, porque yo sí que me conocía y por lo tanto todo lo que estaba ocurriendo quedaba al margen de mí, la explicación estaba en el otro…


Evidentemente todo esto que había imaginado sobre la otra parte resultó no tener nada que ver con todo cuanto yo había imaginado. Me había equivocado. Me había confundido, había imaginado una realidad, lo había pasado mal, le había dado explicaciones racionales, coherentes, totalmente fundamentadas… Y había llegado a la conclusión de que finalmente… el problema estaba en mí.


Fíjate, no bastaba con comprenderme, no bastaba con entender y hacer conscientes mis miedos… no desaparecía sin más. Seguían influyéndome en mis relaciones, en mis maneras de explicarme a mí misma y a los demás todas aquellas situaciones que me ayudaban a entender todo cuanto me rodeaba.


Ahora sí que la hemos hecho buena, pensé. ¿Y por dónde camino ahora? Se habían roto totalmente mis esquemas… me había descolocado y aún sigo en proceso de coloque… Ya no sé como soy, ya no sé qué dirige mis actuaciones, mis pensamientos, mis inferencias, mis explicaciones a la realidad… Lo peor de todo… ¿y ahora cómo voy a ayudar a alguien, cómo le voy a orientar, si la base sobre la que se asentaban mis pensamientos y mi “fuente de la verdad” resultaba ser un fraude? Si la explicación ya no está en hacer consciente esos miedos, esas experiencias… quizá eso sea un paso solamente, quizá habrá que ahondar más, quizá la llave para esa libertad de la que hablábamos antes no está comprendiendo sin más nuestros miedos… quizá ahora habrá que aprender cómo nos afectan, qué hacemos con ellos y cómo podemos transformarlos para cambiar nuestros esquemas mentales para no asegurarnos nada al fin y al cabo, sino para volverlos a ponerlos en el punto de mira constantemente, para evaluarnos y para ir comprendiéndonos poco a poco a cada uno de nosotros mismos. Y si todo esto es lo que tengo que hacer conmigo… ¿cómo lo hago con los demás?


Después de plantearme todo esto, estuve hablando con un amigo… ¿fue la conversación que tuve con él o la que tuve conmigo misma? El diálogo interior que se genera es la clave, no para darle sentido a todo como había pensado hasta ahora y olvidarme ya del tema, es decir, no es que ahora ese diálogo interior sea la clave para conseguir romper las ataduras subjetivas, sino que ese diálogo es el proceso o es el punto álgido a partir del cuál comienzas a plantearte dudas, cuestiones, situaciones, que te permiten seguir avanzando, comprendiéndote… pero que nunca te van a dar una clave final que lo explique todo.


¿Y con la intervención con otros? ¿Es el diálogo interior el proceso a seguir? ¿Podría ser un punto de partida? Antes hubiera dicho que sí, pero no me quiero arriesgar y voy a pensar que al menos a mi me está haciendo reflexionar e intentar buscar más allá de lo que apartemente hay, que me ayuda a no simplificar y a comprender además que a cada uno puede servirle este diálogo interior de manera muy diferente.


La ayuda… la que yo presto, la que no presté, la que no pude… Quizá todo partió de ahí, partió de mí a diferencia de lo que yo pensaba… ¿Qué implica para mí ayudar? ¿Qué significa que una persona me pida ayuda? ¿Qué implica que no pueda dársela? ¿Cómo he llegado a la conclusión de que no puedo?


Me han surgido muchas dudas y cuestiones a raíz de esto… No sé si podré ir concretando, si este diálogo interior que he intentado plasmar aquí lleva a algún sitio o quizá sólo tiene sentido para mi. Seguiré pensado y quizá salga algo más… de momento, aquí me quedo.

viernes, 18 de julio de 2008

Y LLEGO LA HORA DE DESPEDIRSE...


Cuando terminaron las clases no me dio la sensación de que me despedía… Cuando terminaron los exámenes tampoco… puede ser porque seguía viniendo por la facultad y me encontraba con gente con la que había compartido muy buenos momentos.

Hasta hoy no había tenido la sensación de tristeza, de que realmente me despida. Y no ha sido precisamente porque no vuelva a pasear por los pasillos de la facultad, a morirme de calor o de frío en el despacho o porque no vaya a volver a ver a mis compañeros… Eso lo seguiré haciendo.

Sin embargo, hoy ha tocado despedirse de más personas, de personas que yo ya tenía en cierta estima, es decir, estaba agradecida no por lo que me han enseñado, que no ha sido poco, sino por cómo me han hecho ir pensando, cómo me han dado la mano para seguir hacia delante y personas que yo considero que merecen la pena, personas por las que esperaría para hacerme o no el doctorado…

Hoy he sentido que me despedía de la facultad. Las paredes, las sillas, los recuerdos… son solamente las que dan cobijo a las personas que realmente han sido la carrera de psicopedagogía estos dos años. No había sentido hasta hoy, todo lo que dejaba atrás… Y es que cuando las personas valen la pena… cuesta despedirse de ellas.

No sé lo que nos deparará el verano pero al igual que lo hacía al despedirme de los compañeros y profesores en el colegio, simplemente me despediré con un entrañable: “hasta septiembre”

Gracias.

martes, 10 de junio de 2008

CON LA MIRADA PUESTA EN ELLOS…


Podemos abordar las sesiones de preparación y puesta en práctica del programa de habilidades sociales desde diferentes enfoques. Empezaremos por el logro. ¿Qué conseguimos nosotros? y ¿Qué consiguieron ellos?

Desde mi punto de vista y echando la vista atrás, creo que los compañeros de INEF (que me perdonen por lo de INEF, es que el nombre entero es muy largo…) o al menos muchos de ellos, no venían con expectativas muy dirigidas a lo que realmente trabajamos en el aula, es decir, creo que cada uno había creado diferentes imágenes de aquello de lo que podrían venir a hacer a la facultad y poco a poco fueron encontrando diferentes sentidos a la sesión que se iba desarrollando.

Podríamos decir que en general, todos recibieron un programa de habilidades sociales. Que este respondiera a las expectativas que traían o a las que fueron creando es otro tema aparte. Que además ese programa fuera significativo y útil para ellos es igualmente otra cuestión diferente. Y claro está que la mayoría encontró un ratito de diversión acompañada de reflexión. Quizá, si intentáramos ir un poquito más allá, podríamos intentar dar respuesta a esas otras cuestiones que indico como temas aparte.

En mi opinión, son bastante diferentes las conclusiones y reflexiones que podemos obtener al pensar en la situación y experiencia que vivimos posicionándonos en un punto de vista u otro.

Como ya hemos dicho, todos vivieron y recibieron un programa de habilidades sociales, o al menos una sesión del mismo en el que se intentaron trabajar algunas de ellas. Pero ¿qué ocurre si atendemos no sólo a la motivación de logro, es decir, a lo que consiguieron, sino a la motivación de afiliación o de posicionamiento? Es decir, ¿qué significó para ellos? ¿Qué aportó a su experiencia? ¿Se convirtió en una situación que generó unos pensamientos, reflexiones, ideas… que pudieran extrapolar a otras situaciones de la vida cotidiana? ¿Hubo transferencia de aprendizajes de esta situación preparada hacia su vida real?

Posiblemente estas son cuestiones que nunca podrán ser resueltas a no ser que comenzara un intercambio de comentarios en los blogs que nos ayudaran a indagar sobre estas cuestiones. Sin embargo, me parece que durante la sesión se nos olvidó parte de ésto y no pudimos ir más allá y obtener información valiosa que se quedó en el tintero.

Con ésto no quiero decir que lo hiciéramos mal, tampoco digo que las condiciones con las que contábamos nos ofrecieran tantas posibilidades, pero creo que es importante tener en cuenta y repensar sobre todas aquellas alternativas y posibilidades que podíamos haber trabajado, con el objetivo de tenerlas en cuenta en el futuro, y que por los motivos que fueran, decidimos no hacerlo.

Quizá, como he dicho anteriormente, estas cuestiones sobre lo que significó para “nuestros alumnos” la sesión no puedan ser contestadas. Sin embargo es interesante plantearnos la duda de qué hubiera pasado si lo hubiéramos hecho así. Qué hubiera ocurrido si hubiéramos decidido centrarnos en el significado que le podían haber dado a la experiencia más que en la propia experiencia en sí. Quizá el planteamiento de la propia dinámica hubiera sido totalmente diferente. Creo que si nos hubiéramos planteado la posibilidad de abordar el programa desde un punto de vista más centrado en el proceso, en los significados que le podíamos dar, en cómo se desarrollaba y en lo que podíamos obtener de él mismo, nunca hubiéramos planteado una situación estructurada. Quizá hubiéramos preferido partir de sus propias experiencias, de sus propios intereses, de sus propias vivencias… o podríamos quizá haber generado en el aula una de ellas en un ambiente más natural. Como decía Lucía en su blog, quizá podríamos haber partido desde la idea de analizar aquellos procesos que implican las habilidades sociales y que están de forma inconsciente dirigiéndonos en nuestra propia relación con el entorno, con los individuos, etc. para hacerlas conscientes en ellos con todo lo que ésto hubiera implicado. ¿Hubieran obtenido otros resultados? ¿Se hubieran llevado otra sensación de su último día de clase? ¿Les hubiera sido más fácil el conectar todo lo que allí se hubiera evidenciado y sacado a la luz con situaciones reales ante las que se podían encontrar nada más salir de la facultad?

Eso ahora no importa, es decir, ya no importa lo que hicimos y dejamos de hacer, pero sí creo que es importante no quedarnos con el resultado y utilizar todo cuanto hicimos así como todo cuanto nos dejamos por el camino, porque nos va a ayudar a seguir avanzando, reflexionando y explorando nuevas formas de afrontar situaciones parecidas o diferentes ante las que nos enfrentamos diariamente. Creo que una de las cuestiones importantes es también qué obtuvimos nosotros de todo ésto. Pero no simplemente qué obtuvimos como resultado, sino que, de la misma manera que nos hemos planteado lo que consiguieron nuestros compañeros, plantearnos ahora qué fue para nosotros, qué sentido le dimos, cómo nos va a ayudar en la transferencia a otros contextos, si nos va a ayudar…

Pero todas estas cuestiones las dejamos para el próximo ratito de reflexión…

(P.D. María, te he robado la foto… la cambio cuando me pases alguna de las que me gustan… ya sabes….jajajaj)

lunes, 9 de junio de 2008

LA PUERTA QUEDA ABIERTA... AQUÍ NO QUEDA TODO...


Me debía una reflexión… y sí, digo me debía porque a las alturas del curso en que estamos ya no creo que a mis compañeros les quede tiempo para ir reflexionando sobre estos temas de asignaturas que, aparentemente se están cerrando.

Seguramente muchos de los temas que hemos tratado en las sesiones y que nos acompañaban durante toda la semana aparecerán en diferentes situaciones y momentos ante los que nos encontramos diariamente, lo que pasa que implica mucho esfuerzo el ir un poco más allá. No basta con identificarlos, no basta con darles una explicación… creo que el nivel al que tenemos ya que encaminarnos es hacia una comprensión a tres niveles, o como me dijeron un día en una conversación fuera de clase, hay que comprender a nivel de fractales (vaya conversaciones eh…).

¿Todo ésto para qué? Para comenzar ya a reflexionar sobre cómo cerramos una etapa en el comienzo de una asignatura. Quizá para muchos la asignatura de habilidades sociales terminó el viernes con la puesta en común de la sesión que preparamos para los alumnos de INEF, quizá incluso para algunos terminó con esa misma sesión. Espero que no, porque desde mi punto de vista es ahora, con la distancia, con el tiempo de por medio y sin agobios de preparar una sesión para quedar bien con nuestros compañeros, cuando podemos ir un poquito más allá y analizar realmente todo lo que ocurrió en esas últimas sesiones.

Quizá podríamos quedarnos con la imagen de que al fin y al cabo no salió mal, que nuestros compañeros de INEF llegaron a descifrar el mensaje escondido detrás de todas esas actividades que llevamos a cabo pero… ¿Cuál era el mensaje oculto para nosotros? ¿Estaba realmente oculto? ¿Hemos sido capaces ya de sacarlo a la luz?

Creo que realmente nos quedamos en el camino, creo que abordamos la sesión y todo lo que su preparación conllevó desde un punto de vista productivo, es decir, buscábamos responder a unas necesidades, a una demanda de un grupo de personas que venían a recibir un curso de habilidades sociales. ¿No podríamos haber hecho de esta preparación del curso un propio curso para nosotros mismos?

He leído en otros blogs que hay gente que opina que realmente no somos expertos, que no somos capaces de comprender algunos de los contenidos desarrollados en la asignatura y mucho menos ponerlos en marcha. Quizá, esa es la visión o la idea que nos puede quedar si echamos la vista atrás y analizamos el proceso que se llevó a cabo en la planificación del programa desde el punto de vista del resultado que obtuvimos, pero realmente ¿qué pasaría si analizamos el proceso en sí mismo? Incluso ¿qué pasaría si analizamos lo que implicó para nosotros, lo que hizo despertar en nosotros aunque sea después de varias semanas? ¿Qué pasaría si echamos la vista atrás intentando comprender todo lo que allí se vivió conectándolo con la asignatura en lugar de con lo que se obtuvo aquel día?

Creo que una de las partes más enriquecedoras del proceso fue la preparación de la sesión. Yo no tengo la sensación de que nos dejaran solos en el camino… y si nos dejaron solos ante el peligro y tuvimos que tomar decisiones y si no salió como esperábamos o bien no obtuvimos un feedback correspondiente a nuestras expectativas, ¿significa eso que fracasamos? Desde mi punto de vista, y por supuesto después de unas semanas ya de distancia, puedo verlo ahora con otra perspectiva. Puedo ver que quizá podríamos haber aprovechado mucho más esas mismas situaciones, que realmente se pusieron en práctica habilidades sociales que habíamos estado trabajando en el aula, que fuimos una representación, un ejemplo de la escucha empática, del trabajo cooperativo, de la búsqueda de consenso y del hacer frente a los conflictos e intentar solucionarnos. ¿Por qué no fuimos más allá entonces? ¿Qué buscábamos realmente?

Creo que nuestra decisión fue ser fieles a un programa que les habíamos prometido a los compañeros de INEF, incluso un programa que respondía a las expectativas de Alejandro desde el punto de vista de que él confiaba en que finalmente lo llevaríamos a cabo. ¿Qué hubiera pasado si hubiéramos dejado de lado el propio programa en sí y nos hubiéramos dedicada profundamente a analizar todos aquellos procesos que se estaban dando?

Nuestra decisión fue responder a esas “obligaciones impuestas” y no creo que esté mal, es decir, fue una decisión que de forma implícita todos teníamos claro, es decir, nadie se preguntó ni puso en duda la posibilidad de “dejar colgado el programa” e ir más allá en nuestro propio aprendizaje o en el ahondamiento de los contenidos de la asignatura. Y repito que creo que no fue una mala opción, pero siempre que esté ligada a una posterior reflexión en la que nos planteemos la idea de que todo podía haber sido diferente, de que la asignatura podía haber “terminado” reflexionando y desentrañando todo el proceso que estábamos vivenciando.

¿Imagináis que hubiéramos llegado a esa conclusión, a tomar esa decisión? Quizá, si lo hubiéramos hecho así podríamos haber desarrollado igualmente el programa que se nos pedía pero ¿con el mismo enfoque? ¿Con el mismo fin?

Esto es simplemente el comienzo de algunas reflexiones que iré dejando plasmadas en mi blog. Me gustaría simplemente cerrar pensando en que las 3 últimas semanas de habilidades sociales pueden comprenderse y analizarse desde diferentes puntos de vista (todo el proceso de elaboración del programa, lo que significó para nosotros, la puesta en marcha del programa y lo que significó para nosotros el resultado obtenido y el análisis del proceso, y por último cómo entendemos, qué sentido le damos y qué ha implicado para nosotros ese feedback último el viernes 30 de mayo) y obtendremos así diferentes conclusiones. Así, cierro aquí esta reflexión inicial dejando abierta a la vez la puerta para ir profundizando en esos otros puntos de vista a través de los cuáles podemos seguir analizando todo lo que ocurrió.


viernes, 16 de mayo de 2008

PACIENCIA


Señor, dame paciencia porque como me des fuerza le pego una...


¿Será la paciencia también una habilidad social? ¿Podemos desarrollarla o quien la tiene la tiene y quien no se desespera?


En estos tiempos que corren ya cercanos a la época de exámenes, de entrega de trabajoS, de buen tiempo y de ganas de salir a tomar algo en lugar de quedarnos en caSa reflexionando... os mando paciencia para todos... paciencia y mucho ánimo que no queda na'.

miércoles, 7 de mayo de 2008

EL SUPERPODER DE LA DISLEXIA


Tanto tiempo pensando qué era la dislexia, cómo la podía definir, a qué procesos afectaba y qué dificultades producía en aquellas personas que la padecía y ahora resulta que no la padecen… ¡que la disfrutan! Bueno, siempre y cuando estas personas sean conscientes de lo que les ocurre y de cómo controlarlo.


¿Qué quiero decir con que la disfrutan? No estoy negando que las personas que tienen dislexia lo pasen mal en su paso por la escuela. Las dificultades con las que se encuentran tanto en los procesos lectores, de escritura, para hablar en público, para incluso situarse en el espacio pueden dar lugar a momentos de terrible incomprensión que vayan generando en la persona mecanismos de defensa que pueden afectar a su propia autoestima, autoconcepto, comenzar a verse como inútiles o incapaces, hasta incluso puede generar estrategias que les ayuden a superar con cierto éxito esas exigencias externas.


Me gustaría centrarme básicamente en este último punto. ¿Qué tipo de mecanismos generan los disléxicos para evitar los errores típicos que cometen sobretodo al leer y escribir? Pero más allá… ¿por qué tienen que desarrollar este tipo de mecanismos?, ¿qué está sucediendo para que se produzcan esos errores?


Existen multitud de teorías que intentan explicarlo. Desde aquellas que consideran que se trata de características físicas del sujeto relativas al tamaño del hemisferio izquierdo, hasta aquellos que dan una explicación basada en el funcionamiento y uso que hace el sujeto de las rutas fonológicas empleadas.


Realmente, la única teoría que tiene un peso más fuerte con respecto a este tema hace referencia a una falta de madurez de la persona para llevar a cabo esa conversión de los grafemas y fonemas así como de los sonidos a su representación gráfica. Claro está que esta dificultad está a la vez condicionada por procesos que están implicados tales como la atención, la memoria de trabajo, la memoria visual, etc.


Pero, ¿qué pasa con aquellos que consideran la dislexia como un don en lugar de como una dificultad? Desde mi punto de vista, un don solo es don como tal, si el sujeto es consciente de que lo tiene y más importante, si el sujeto es capaz de controlarlo. ¿Podríamos entonces considerar la dislexia como un don?


Hay teorías que defienden la idea de que la dislexia está relacionada con la perspectiva, con ese ojo mental (ese ojo de la imaginación a través del cuál vemos algo que con nuestros ojos reales no podríamos) que se puede situar en aquel lugar donde nosotros deseemos pero que debe tener un lugar fijo sobre el que asentarse para darnos una visión integrada de la realidad.


¿Qué ocurre cuando ese ojo mental no se queda fijo y constantemente nos ofrece perspectivas de los objetos, de las palabras, de los sonidos…? Que nos desorientamos. Creo que podríamos asemejarlo a la sensación de ir en un barco mirando a cada parte. Hacia delante, hacia detrás, hacia un lado… no conseguimos fijar una imagen en nuestro cerebro y mucho menos en nuestra memoria. No sólo no seremos capaces de tener una visión completa de la realidad y fiel a ella sino que además nos marearemos y utilizaremos nuestra experiencia para responder sin necesidad de tener que llevar a cabo el proceso de observación que tanto nos mareaba y del que no obteníamos información.


Así, se defiende la idea de que la dislexia consiste en una capacidad para conseguir, con relativa facilidad, diferentes perspectivas de una misma situación. El problema está cuando ese ojo mental del que hablamos se mueve libremente sin dejarnos una información real y fija, ofreciéndonos por el contrario una distorsionada, que además nos obliga a crear mecanismos de actuación que normalmente tampoco solucionan la dificultad.


Creo que si los estudios sobre la dislexia giraran en torno a la idea de que realmente es una ultracapacidad, un superpoder que la persona no es capaz de controlar, se enfocaría desde otro punto de vista. Podría entenderse como una dificultad de aprendizaje porque hasta que el alumno consigue dominar esa habilidad, los mecanismos que desarrolla no le permiten un buen aprendizaje, sin embargo, se entendería también como una pieza clave para potenciar al alumno. En mi opinión, se apostaría por ellos, los profesores mirarían este tipo de indicadores de otra manera, con otra mirada que iría más dirigida a la fascinación por conocer esa capacidad incontrolada de la persona, que hacia esos errores que comete.


Creo que las investigaciones que tratan de darle una explicación a la dislexia no tienen porqué superponerse unas a otras, es decir, quizá todas tengan algo de verdad, de realidad y me parece interesante considerarlas todas si al fin y al cabo el objetivo es conocer para intervenir y así poder ayudar a estas personas. Sin embargo, creo que ofreciendo una visión de las dificultades de aprendizaje como dones, capacidades, etc. en lugar de como barreras, la mirada de aquellos que están en continua interacción con los niños en el terreno de la educación daría un cambio, un cambio orientado por la incertidumbre, por las ganas de potenciar esas habilidades y no por el miedo de no saber actuar que es, desde mi punto de vista, lo que principalmente nos hace retirarnos a tiempo, no ver más allá y provocar situaciones en las que el alumno siente que el problema es suyo.

martes, 6 de mayo de 2008

NO EXISTE GENTE “BUENA”


No existe y no intentes convencerme… No existe esa gente buena de las pelis de Hollywood donde el chico lo deja todo por la chica, donde ella prefiere que se vaya de su lado para que él sea feliz al lado de la persona que realmente quiere, no existe esa gente que se queda sonriendo en el fondo del camino mientras ve cómo otra persona ha alcanzado su sueño aunque ello haya significado perder el suyo. No existen y lo siento por los soñadores, por los utópicos, por los enamorados del mundo… Lo siento porque a mi también me gustaría creerlo pero el golpe será más pequeño si poco a poco voy poniendo los pies en la tierra.

¿A qué viene todo ésto? No he tenido un drama emocional. Tampoco un desengaño amoroso o una traición, simplemente he leído el texto de la empatía. No quiero decir que no tuviera ya en mente algunas de las ideas que he señalado anteriormente, pero quizá este texto me ha hecho afirmarlas, darles más fuerza.

He intentado miles de veces definir la empatía. Sentirla también, llevarla a la práctica. Básicamente se reducía a ponerme en el lugar de otra persona, de experimentar sus sentimientos, sus emociones… es decir, intentar estar tan cerca de ella sin tocarla que prácticamente fuéramos una persona. En realidad siempre seremos dos personas diferentes pero compartiendo en ese momento las sensaciones de una misma piel.

Más o menos ésto es básicamente a lo que se refiere también el texto. Sin embargo da un paso más. ¿Para qué ser empáticos? Y sobretodo, ¿para qué demostrar y mostrar dicha empatía?

Creo que las personas no hacen nada por nada ni por nadie. No existe el altruismo, no existe el amor al arte e incondicional. Creo que cada actuación de una persona, cada gesto, cada mirada, cada palabra tiene un objetivo. No estoy diciendo que estos objetivos que se buscan sean negativos, malvados y perversos, pero sí creo que son objetivos que en el fondo se dirigen a satisfacer nuestras propias necesidades. Sentirnos bien con nuestra persona, hacer sentir bien a otros porque resulta reconfortante para nosotros, por alguna recompensa material o de tipo de halago…El problema está, desde mi punto de vista, cuando esas personas son conscientes de esa empatía, de que son capaces de meterse en la piel de otra persona y de descubrir sus sentimientos… ¡Estaremos desnudos ante ellos!

¿Cuál es el problema entonces? ¿No se supone que si alguien conoce o puede conocer, o te demuestra que te comprende puede ayudarte, contenerte, ponerse en tu lugar y acunarte o bien guiarte si lo necesitas? Mi respuesta sería sí. Un sí rotundo si realmente la gente tuviera ese objetivo final. Ayudar sin obtener nada a cambio. Intentar comprender a otras personas para poder ser un guía más en su camino, una piedra menos con la que tropezar. Sin embargo, como he señalado anteriormente creo que las personas buscan siempre satisfacer sus propias necesidades. ¿Suena egoísta? Puede ser, pero desde mi punto de vista es la única realidad de la que en este momento tengo certeza.

Permitir dotar a alguien de este tipo de estrategias, de conocerlas y manejarlas, nos hace vulnerables ante ellos. Nos pueden manipular, nos pueden engañar o bien nos pueden “ayudar”. Pongo ayudar entre comillas porque la ayuda que yo entiendo no debería esperara nada a cambio, pero como señalé antes, rara vez ésto sucede (puede ser a modo consciente o inconsciente, pero si nos paramos a pensar qué implica para cada uno de nosotros el ponernos en el lugar de alguien para ofrecerle nuestra ayuda… ¿qué estamos esperando recibir realmente? Quizá la propia satisfacción de ser útil para alguien, quizá que nuestro modo de vida de vea influido positivamente al ofrecer esta ayuda… por miles de cosas, pero siempre recibimos algo. No es que sea malo…pero no es la clase de ayuda que yo entendía hasta estos días).

Así, creo que la empatía es un arma de doble filo. Puedes aprender a experimentar sentimientos ajenos a ti. Puedes hacerlos tuyos y seguramente te ayudarán a comprender el mundo desde otros puntos de vista que enriquecerán el tuyo, que podrás contrastar y quizá podrás utilizar para intercambiarlos con alguien a quien ese intercambio signifique un gran apoyo. No lo niego, pero me da miedo que este tipo de habilidades se vuelvan en nuestra contra, que las personas las utilicemos para conocer los pensamientos de los otros, sus sentimientos… para dejarles desprotegidos y atacar sin piedad.

¿Es que la gente no puede simplemente ser féliz, dejar de psicoanalizar a los demás, ofrecer esa “ayuda” de mentirijilla que nos ofrecen y dejar que sean los demás los que la pidan? ¿Es que la gente no sabe que no hay que adivinar los pensamientos y sentimientos de los demás? ¿Es que no puedo decidir yo a quién quiero abrir mis emociones en lugar de que entren sin llamar?

Quizá esta reflexión no es muy profunda. Son las primeras ideas que me llenan la cabeza pero de las que seguramente se podrían sacar conclusiones o ideas más elaboradas. No os preocupéis amantes de las causas perdidas… no soy tan pesimista… Para la próxima prometo dar algo de luz en el camino.

viernes, 25 de abril de 2008

CON LOS OJOS CERRADOS...


Dicen que es más fácil guiar alguien que tiene los ojos cerrados a alguien que los tiene abiertos… Supongo que esta idea partirá desde el punto de vista de que quien tiene los ojos cerrados es porque quizá nunca se ha planteado abrirlos…


Una vez que has visto la realidad, una vez que te has hecho partícipe de ella, que tienes algo por lo que caminar cada día y algo en lo que soñar, difícilmente puedes mantener los ojos cerrados.


Cuando una persona actúa como líder de otra o de otros que tienen “los ojos cerrados”, ¿qué clase de líder está siendo? Desde mi punto de vista se convierte en un líder liderado totalmente por sí mismo, liderado por sus convicciones, por sus creencias, pero sin tener en cuenta en ningún momento las necesidades y los intereses de sus seguidores.


Desde mi punto de vista, el liderazgo debe comenzar por nosotros mismos pero nunca parándose ahí, sino llegando más allá, teniendo en cuenta a los otros y convirtiéndose a la vez en seguidor de sus seguidores.


Creo que sólo de esta forma podremos formar líderes en cada uno de nosotros cuya función no sea anular la capacidad de los demás, sino utilizarla de manera que podamos ir con los ojos bien abiertos y disfrutando no sólo de lo que veo yo sino también de lo que otros pueden contarme desde sus propias lentes.

¿LIDERAR O SEGUIR?


Nunca antes me habría planteado esta cuestión. El líder es líder por naturaleza, tiene ese algo… ese yo que sé… ese qué se yo… es líder, sin más…


Sin embargo, darte de bruces contra alguien que no ve las cosas exactamente como tú puede enriquecer muchísimo tu manera de pensar, puede abrirte la cabeza de tal manera que incluso comiences a plantearte cuestiones que antes ni siquiera te habías parado a pensar… empiezas a relacionarlo con tu vida, con situaciones cercanas… comienzas a darle cierto valor a estas nuevas ideas que pueden incluso desterrar otras antiguas.


Hasta ahora, la cuestión del liderazgo se centraba más, desde mi punto de vista, en un análisis de las cualidades que todo buen líder debe tener: debe ser un guía, saber reconducir la situación, llevar a su terreno las cuestiones que le interesan, tener empatía… es decir, algunas de esas cualidades que estamos intentando descifrar cada viernes en clase… algunas de esas habilidades sociales. Sin embargo, comienzan a plantearse aquí algunas cuestiones que podrían cambiar totalmente mi idea.


El líder, ¿se hace o se nace?


Desde mi punto de vista y pensando en la actividad del otro día, me he dado cuenta de que básicamente no es una cuestión de liderazgo sino más bien una cuestión de seguimiento, y desde dos puntos de vista diferentes. Por una parte, debemos plantearnos la importancia del seguidor o de los seguidores que son los que realmente otorgan a esa persona la capacidad o el papel de liderazgo, mientras que por otra parte debemos preguntarnos también a quién o a qué sigue ese mismo líder.


Como vemos, ser líder no es tanto una cuestión de habilidades, es decir, en mi opinión, toda persona que posea ciertas características, habilidades sociales, don de gentes… tiene más posibilidades de crear ciertos vínculos con otras personas, generar determinadas expectativas, etc. que le hagan ser persona de confianza o al menos digno de ser seguido, de ser tomado en cuenta, de ser uno de los responsables de guiar y de ir marcando el camino. Sin embargo, nos damos cuenta de que esta última palabra no la tiene el líder sino aquellos que le dan la oportunidad de serlo.


Y volviendo a la cuestión anterior… ¿el líder es a su vez seguidor de algo o alguien? Desde mi punto de vista es inevitable que cada uno de nosotros sea capaz de ser líder de sí mismo. Es decir, cada uno de nosotros vamos construyendo nuestras personalidad, nuestras creencias, nuestras ideas y maneras de actuar… todo ello suele ser aquello que nos ayuda a relacionarnos con el mundo, con el entorno, con el resto de individuos. Ser líder de uno mismo es algo más que decidir lo que queremos o no hacer, es ser fieles a nosotros mismos, es basarnos en nuestras ideas, en lo que al fin y al cabo somos, para decidir si queremos o no otorgarle ese papel de liderazgo a otro que seguramente esté siguiendo sus propias convicciones.


Desde mi punto de vista, en la sociedad se le da demasiada importancia a convertirse en líderes, a destacar en un grupo, a estar rodeado de gente que confía en esa persona para que vaya quitando la maleza del camino… Creo que estamos olvidando una cuestión que va mucho antes que ésta y es que el liderazgo comienza en cada uno de nosotros. Si no somos capaces de seguirnos a nosotros mismos, de otorgarnos esa misma capacidad de decisión y de guías de nuestro propio camino… ¿cómo nos vamos a dejar en manos de otros? Seguramente esas personas estén siguiendo sus ideas, intereses… seguramente estarán siendo líderes de sí mismos y eso no tiene porqué asegurarnos que nos dirijamos hacia los mismos fines.


En mi opinión, si somos capaces de liderarnos a nosotros mismos, seremos también capaces de decidir hacia dónde queremos dirigirnos y a quién queremos tener a nuestro lado para emprender el camino… ¿no podríamos entonces apostar por un liderazgo compartido?

viernes, 11 de abril de 2008

ANTE TODO, SINCERIDAD


Normalmente cuando nos referimos a cualquier tipo de conflicto se nos viene a la mente la imagen de una discusión, de una pelea, un enfado… sin embargo, un conflicto puede ser también la toma de decisiones, la elección entre varias posturas.

Intentar ponerse en la postura de la parte con la que se tiene el coflicto, es decir, cambiar nuestro punto de vista e intentar comprender aquella postura que genera entre ambas partes un mal entendimiento, una mala comunicación, es una de las tareas por excelencia que se lleva utilizando desde que puedo recordar. Ya nuestras madres, o nuestras profesoras en el colegio nos decían: ¿A ti te gustaría que te hicieron tal o cuál? ¿Cómo crees que se siente él/ella?

Ponerse en la piel de otra persona, intentar sentir en tu propio cuerpo sensaciones o sentimientos que la situación puede estar generando en la otra parte, no es tarea fácil. Pienso que antes debemos haber trabajado otro tipo de habilidades relacionadas con la propia persona, relacionados con el propio conocimiento de sí mismo. ¿Cómo podemos pedir a alguien que piense, que comprenda otros puntos de vista ni siquiera es capaz de defender el suyo, argumentar al menos su postura aunque sea de forma débil o, como yo digo… si no es capaz de ser sincero consigo mismo?

Desde mi punto de vista, las personas deben en primer lugar dejar salir todos sus sentimientos, ser sinceros y dar nombre a aquella sensación que angustia su pecho, que le hace temblar las manos. No existen excusas del tipo: no se puede expresar con palabras. Se puede intentar, se pueden utilizar metáforas, gestos… Lo que quiero decir es que cuando una persona es completamente sincera consigo misma, cuando no le da miedo decir que siente rabia, envidia, rencor… aunque moralmente sepa que esos sentimientos no deberían estar ahí, sólo cuando se destapa completamente y queda desprotegido es cuando podemos exigirle que se ponga en el otro punto de vista. Ya no hay nada que interpretar, que intentar decir de otro modo para que suene más suave o para que los demás no crean que es “mala persona”. Si el individuo ha tenido la suficiente confianza y valor para dejar salir tal cual sus sentimientos, creo que es el único momento de sinceridad donde intentará realmente ver la situación desde otros cristales. ¿Por qué? En mi opinión, porque cuando esos sentimientos salen a la luz, la persona no se siente a gusto con ellos, son una carga de la que quiere despojarse y si la vía es comprender otras posturas, creo que estará más receptivo a ellas, más comprensivo y con ganas de poner solución al conflicto.

Pero, ¿qué ocurre si la persona ya se ha despojado de esos sentimientos, es capaz de describirlos, de casi hacérselos sentir a quien tiene delante, qué ocurre cuando esa persona puede perfectamente entender las diferentes posturas que puede adoptar la situación, y al hacer balance decide no solucionar el conflicto?

Las personas tenemos cierta libertad. Libertad para elegir. El que en la mayoría de las ocasiones no la utilicemos plenamente nuestra libertad (y me refiero a que en la mayoría de las ocasiones dejamos que las situaciones decidan por nosotros, es más fácil de esta forma atribuir el fracaso y las consecuencias desagradables a la situación y no al “me equivoqué”), no significa que no esté ahí. Lo que no nos dijeron es que elegir, decidir fuera tan difícil. Pues bien, en mi opinión, cuando llevamos a cabo tareas de resolución de conflictos pidiendo a las personas un cambio de perspectiva, puede darse la vuelta a la tortilla. Puede que esa persona haya barajado las opciones, haya entendido todas las posturas y aún así decida quedarse en la suya. ¿Qué está ocurriendo? ¿Lo estamos haciendo mal como mediadores? ¿Esa persona realmente no está poniéndose en la postura del otro o realmente las ha puesto en la balanza y ha ganado ella?

Creo fundamental para la resolución de conflictos unos argumentos fuertes, reales y coherentes con la situación. Cuando nuestros argumentos derriban muros, cuando nadie es capaz de darnos una alternativa posible, ¿cómo podemos solucionar el conflicto? Cuando la persona decide que no quiere solucionarlo, que no merece la pena o simplemente no quiere, aunque entiende la postura del otro, solucionar la situación, creo que es el momento de máxima sinceridad.

¿Por qué me centro tanto en el tema de la sinceridad? Porque creo que una de las principales habilidades sociales que debemos tener es el ser capaces de conocernos, de desentrañar todos nuestros sentimientos, nuestros pensamientos ya que éstos guían nuestra acción, nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Si somos capaces de conocernos y de no tener miedo a admitir lo que sentimos, podremos realmente tomar decisiones, sean cuales sean.

Creo que no podemos juzgar a una persona porque haya decidido mirar hacia delante y no querer solucionar la situación. No si esa persona ya tiene una visión amplia del conflicto, no si esa persona no encuentra en las otras perspectivas argumentos que derrumben su muro. Esa persona habrá elegido y con esa elección las consecuencias derivadas. Quizá el conflicto está ahí, pero tú has tomado la decisión de que se quede ahí. Creo que el tener este conocimiento, el sacar de nuestro interior el conflicto y verlo como un camino que se puede elegir o no, deja de hacernos daño porque deja de ser parte de nosotros para convertirse en una piedra del camino con la que tropezamos.

lunes, 7 de abril de 2008

ACLARANDO DUDAS


Una señora muy gorda,
por el paseo.
Ha roto una farola
con su sombrero.
Ha ruido de cristales
salió el gobernador.
¿Quién ha sido la señora
que ha roto el farol?
Dispense caballero,
que yo no he sido.
Que ha sido mi sombrero
por atrevido.
Si ha sido su sombrero,
usted lo pagará.
Para que su sombrero
no lo vuelva a hacer más.

Antes de empezar a leer, cuando estaba en la etapa de infantil, me gustaba coger los libros de mi hermano mayor para hacer lo que él hacía. Los abría, señalaba con el dedo una frase y hablaba… ¿es que el libro utilizaba como micrófono el dedo y la voz de mi hermano?
El caso, es que yo también quería saber leer, pero no estaba dispuesta a esperar a que en el cole me enseñaran. No vayáis a pensar que aprendí yo sola, por arte de magia. Simplemente, me aprendí de memoria esta poesía y siguiendo el ritual del libro abierto en el suelo, dedo sobre las palabras, comenzaba a enseñar a todo el mundo mi habilidad precoz en la lectura. Lo que no sabía yo, es que ellos eran más listos (bueno, no más listos… sólo con unos años más de experiencia) y cuando me preguntaban de forma salteada qué ponía en alguna de esas líneas… bueno… no hace falta remover recuerdos del pasado ¿no?...

Estas últimas sesiones hemos estado analizando las rutas por las que las personas podemos llevar a cabo la lectura. La ruta visual y la fonológica.
Hasta hace poco, tenía algunas dudas con respecto a este tema y no tenía totalmente claro qué ocurría cuando se fallaba en alguna de estas dos rutas.
Hasta este momento, estaba entendiendo que lógicamente si un niño fallaba al leer una pseudopalabra, era porque lo estaba haciendo por la ruta visual y como esa palabra no estaba dentro de su memoria visual, lógicamente buscaba en su “lexicón” aquella a la que más se asemejaba.
Ahora me doy cuenta de que era todo lo contrario. Cuando una persona lee mal una palabra que inevitablemente sólo puede descifrarse fonema a fonema, es porque el mecanismo encargado de esta función no está actuando correctamente.
¿Por qué hago estas aclaraciones? Simplemente porque me parece que darme cuenta de este error en el que estaba cayendo, me estaba dificultando no sólo el entender las pruebas de lectura de palabras y pseudopalabras con las que habíamos estado trabajando, sino que dificultades de aprendizaje tales como la dislexia, las cuáles están íntimamente relacionadas con el proceso de la lectura, se escapaban de mi comprensión. A partir de ahora podré pensar sobre aspectos relativos a la dislexia, podré plantear cuestiones e intentar buscar respuestas.
No sé si estas aclaraciones habrán servido a alguien más, pero a mi, por lo menos para ir dándome cuenta de mi propio proceso, me ha ayudado a saber en qué punto del camino me encuentro y hacia donde debo dirigirme ahora.

miércoles, 2 de abril de 2008

¿QUÉ VES TÚ?


El contexto… fácilmente hablamos de él. El contexto físico, el contexto familiar… incluso nos inventamos nuevas formas para denominarlo como el “contexto psicológico”… ¿A qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de contexto?

Hasta la semana pasada, tenía muy claro que el contexto era todo aquello que nos envolvía, todo aquello que de una forma u otra daba sentido a cada situación, a las conversaciones, a las acciones. Eran los aspectos físicos, emocionales, el ambiente en sí… el contexto podía influir en la manera en la que nosotros nos relacionábamos con el entorno. Sin embargo, también he oído decir en multitud de ocasiones que no es sólo el contexto el que influye en nosotros sino que nosotros mismos también influimos en él, formamos parte de él… ¿cómo estaba realmente entendiendo este concepto? ¿Lo entendía? Nunca me había parado a pensar que el contexto pudiera ser algo interno al individuo… ¿podríamos decir algo subjetivo? ¿Dependiente de la perspectiva de cada uno, dependiente de su manera de interpretarlo?

Desde mi nuevo punto de vista, entiendo que el contexto implica todo aquello que ayuda a generar un clima en el que desenvolvernos. Puede ser el espacio físico, puede ser también el cómo nosotros interpretemos la situación y puede incluso ser el significado que le demos nosotros mismos a todo cuanto nos rodea, desde una celda vacía hasta una clase llena de gente, una palabra, una mirada… ¿Por qué interpretamos todo cuanto nos rodea? Quizá, porque estas interpretaciones nos ayudan a la vez a desenvolvernos en el medio, con las personas…

Lo que quiero decir con todo ésto es que si el contexto es en gran parte, por no decir la parte principal, aquello que nosotros mismos creamos, la interpretación que nosotros hacemos de las situaciones en concreto y de la realidad que nos rodea en general, influirá inevitablemente en la manera en la que nos relacionemos con el mundo, con el resto de personas.

Y hablando de habilidades sociales… ¿qué importa si soy capaz o no de adaptarme a los diferentes contextos si no soy capaz de controlarlo, es decir, si no soy capaz yo misma de crear esos contextos en los que pueda utilizar todas mis artimañas y desenvolverme con soltura? Creo en este momento, que no importa ya tanto lo que sabemos o no hacer, el que sepamos o no abordar una situación, contener a una persona, manejar las circunstancias, sino que lo que importa es enmarcarlas en contextos que nosotros controlemos, en los que sepamos trabajar y sobretodo en los que tengamos suficiente confianza como para ayudar a otros o al menos para comprenderlos.

En mi opinión, deberíamos empezar siendo sinceros con nosotros mismos, siendo realistas y ponernos firmes ante ésto. ¿A qué me refiero? Me refiero principalmente a que si sabemos que podemos cambiar el contexto (podemos cambiar nuestra interpretación de la realidad, de las situaciones en las que nos encontramos inmersas), ¿por qué utilizamos en multitud de ocasiones la excusa de “me siento de esta manera por este motivo o por este otro”, “No puedo hacer nada” “Me rindo” “Esta u otra situación me hace sentir mal… por eso quizá me comporto de esta manera con las personas… Hoy es un mal día”? etc. etc. etc. ¿Por qué no somos capaces en estos momentos de interpretar el contexto de una forma diferente? ¿Por qué nos empeñamos en convertirnos en víctimas de nosotros mismos?

Creo firmemente y cada día más, que cada persona es capaz de por lo menos intentar salir de cada situación, de controlar sus emociones y de ganarles la partida. Creo que cuando somos capaces de plantarnos ante la situación y decidir cómo queremos que sea, decidir cómo queremos interpretarla, controlamos la situación, controlamos nuestros impulsos y por lo tanto controlamos la manera de relacionarnos con el mundo.

No voy a decir que el que está mal es porque quiere (aunque sé que muchos lo habían leído ya entre líneas) pero sí creo que nuestra forma de interpretar nuestra propia mirada al mundo nos condiciona en nuestras relaciones con los demás. ¿Por qué no intentar siempre interpretar la realidad de forma que nos ayude a seguir caminando en lugar de crear contextos que nos obstaculicen el camino?

lunes, 31 de marzo de 2008

¿POR QUÉ NO?


Y como este blog es personal, como en él puedo escribir reflexiones, pensamientos... ¿por qué no incluir uno más? Quizá no tiene que ver con las asignaturas pero sí tiene que ver conmigo.


''Igual que las grandes historias,las que realmente importan, llenas de oscuridad y constantes peligros, de esas de las que no quieres saber el final porque... ¿Cómo van a acabar bien? ¿Cómo volverá el mundo a ser lo que era después de tanta maldad como ha sufrido?.
Pero al final todo es pasajero, como esta sombra... Incluso la oscuridad se acaba... para dar paso a un nuevo día, y cuando el Sol brilla; brilla más radiante aún, esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido aún cuando eres demasiado pequeño para entenderlas..."

viernes, 28 de marzo de 2008

CONECTAR, SINTONIZAR, BURBUJA... ¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?


Conectar, sintonizar e incluir en nuestro espacio. Tres conceptos diferentes que hace falta aclarar para no entrar en confusiones.

En primer lugar, creo que lo principal es sintonizar con la persona ante la que nos encontramos, pero ¿a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de sintonizar? Cuando llegué a clase la semana pasada, la actividad ya había empezado y simplemente me dijeron que tenía que hablar. ¡Bien! Pensé. Eso sé hacerlo… y eso hice, comencé a hablar, y sin darme cuenta, estaba sintonizando con las compañeras con las que estaba haciendo la actividad. Realmente yo no me di cuenta de lo que estaba pasando, sino que una vez que terminamos, la compañera encargada de fijarse en los aspectos que indicaban si estábamos o no sintonizando unas con otras, empezó a analizar la situación y a mostrarnos a qué se refería con eso de la sintonía.

- ¿No te has dado cuenta de que he empezado a hablar más alto?
- No. ¿Por qué lo has hecho?
- Porque tú has empezado a hacerlo.

Esto es quizá el nivel más bajo de la sintonía, es decir, el llevar la conversación a un mismo nivel, donde todos los implicados están transmitiendo información desde un volumen de voz parecido, con un registro parecido… Sin embargo, en mi opinión, cuando hablamos de sintonía debemos dar un paso más.

¿Para qué es importante crear esta sintonía con aquella persona que tenemos delante? Creo que lo que buscamos en el fondo es conectar con esa persona, comenzar a crear ese vínculo, esa conexión que nos haga generar un clima de confianza que nos permita tratar temas de distinta forma dependiendo del contexto en el que nos encontremos.

En reflexiones anteriores me surgían dudas a cerca de hasta qué punto hay que implicarse con las personas, es decir, hasta qué punto debemos incluirlas dentro de nuestro espacio. Pues bien, después de leer algunas aclaraciones queda claro que las personas podemos dividirnos en parcelas y que debemos tenerlas presentes ya que van a condicionar la manera de relacionarnos con las personas dependiendo del momento, del contexto, del lugar… Quizá esta idea no estaba antes en mi forma de pensar y el motivo principal era que no me sentía sincera actuando de esta manera, dividiéndome en parcelas dependiendo de la persona ante la que me econtrara. Cuando conocemos a una persona siento que la sinceridad es importante para poder crear un vínculo, para poder crear ese clima de confianza necesario para compartir experiencias, ideas, sentimientos… De forma que, desde mi punto de vista, ofrecer solamente determinadas parcelas a los demás era como si estuviéramos escondiendo otras, como si estuviéramos negando o engañando sobre algún aspecto de nuestra vida. Ahora entiendo que no se trata de esconder unas sino de mostrar aquellas que realmente pueden ser útiles y coherentes en determinados contextos y con determinadas personas.

Preparar el ambiente, sintonizar, es un paso previo para conectar con las personas, para comenzar a ofrecer aquellas parcelas concretas de nuestra vida teniendo siempre en cuenta el contexto que nos rodea y que nos une. No es cuestión de abrir nuestra personalidad al 100% en todos los ámbitos, no consiste en ser sinceros en todas las parcelas de nuestra vida. Consiste en ser nosotros mismos, en ofrecernos completamente en aquellos espacios en los que hemos conectado con la persona, en aquellos espacios donde se produjo una sintonía y que realmente son los únicos a través de los cuáles esa conexión tiene sentido. ¿De qué serviría, por ejemplo, mostrar parcelas personales a una persona que viene a pedirnos ayuda, guía, consejo… como psicopedagogos? No es en la parcela personal desde donde podemos sintonizar con esa persona, sino desde un punto de vista profesional. Por lo tanto, creo que elegir esa parcela desde la que vamos a mostrarnos al otro, es esencial para comenzar a crear un vínculo con él ya que realmente es desde el único espacio desde el que podremos responder a las necesidades de cada uno.

viernes, 21 de marzo de 2008

CASO APLICACIÓN ITPA


Beatriz es una niña de 6 años de edad a la que se le ha pasado la prueba de Habilidades Psicolingüísticas de Illinois.
La media que presenta el sujeto está en 31 puntos, bastante cercana a la media de la población. De la misma forma, muestra un perfil bastante cercano a su media a excepción de determinadas pruebas incluidas principalmente dentro del nivel automático.

En primer lugar, destacamos una discrepancia positiva muy llamativa de 13 puntos en la prueba de comprensión visual. Por otra parte, en las pruebas de integración visual, memoria secuencial auditiva y memoria secuencial visual, presenta unas discrepancias negativas de entre 9 y 7 puntos, consideradas dentro del límite de lo normal como indica el manual del test. Sin embargo, aunque estas tres últimas pruebas no presentan discrepancias del todo llamativas, lo que sí podemos observar y analizar es que todas ellas se encuentran integradas dentro del mismo nivel de organización (nivel automático) que nos ofrece información acerca del grado de desarrollo de la habilidad comunicativa. Además, si nos fijamos en las puntuaciones de edades que muestran en cada una de estas pruebas, vemos que hay diferencias grandes ya que mientras el sujeto tiene en el momento de realización de la prueba 6 años, en dichas actividades muestra edades desde 0 a 4 años. Por último, cabe destacar que la prueba complementaria de integración auditiva incluida también en el nivel automático, presenta una discrepancia con respecto a su media de 14 puntos.

¿Qué quiere decir todo ésto?

En mi opinión, el sujeto ante el que nos encontramos presenta dificultades principalmente relacionadas con la memoria y con la asociación y conexión de diferentes ideas que se presentan en un principio sin relación entre ellas, es decir, presenta dificultades para relacionar elementos y para recordar secuencias a corto plazo. En concreto, se presentan dificultades para pasar de lo concreto a lo abstracto, de las partes de un todo a la unidad (llegamos a esta conclusión porque las pruebas más significativas son aquellas que consisten en reconocer una unidad, un objeto, palabra… presentándola de forma fragmentada)
Por otra parte, se ve necesario llevar a cabo algún tipo de prueba complementaria que descarte cualquier tipo de deficiencia en el canal auditivo porque todas las pruebas en las que la alumna tiene puntuaciones más bajas, corresponden a este canal.

Desde mi punto de vista, esta alumna puede estar teniendo dificultades en el aprendizaje de la lectura, por una parte porque el método que se esté llevando a cabo puede que no sea el adecuado si se está trabajando a través del método analítico, y por otra parte, debido a la dificultad que presenta en la memoria a corto plazo lo que le puede estar influyendo para recordar las asociaciones entre fonemas.

Para terminar, y centrándonos en los procedimientos de intervención de Kirk y Kirk (1980), señalamos algunas actividades que se podrían llevar a cabo para mejorar las capacidades que se encuentran más alejadas de la media.

Memoria Secuencial Auditiva: actividades de repetición de gestos asociados a sonidos, repetición de trabalenguas, verbalizar las actividades que llevamos a cabo (ej. Coge el libro de lengua, ábrelo por la página 4 y pon una cruz en la actividad 6…), etc.
Memoria Secuencial Visual: hacer conexiones y relaciones entre dibujos, visualizar una imagen e intentar posteriormente recordarla describiéndola, clasificar y ordenar objetos según un criterio trabajado anteriormente…
Integración Auditiva: actividades donde el alumno tenga que completar frases, palabras, refranes…, repetición de frases, palabras, etc. a diferente velocidad…
Integración Visual: actividades con rompecabezas, sopas de letras, diferenciar figura-fondo, identificar figuras, dibujos, letras, etc. que se presentan parcialmente, o entre otras, etc.

miércoles, 19 de marzo de 2008

¿EN CUÁNTAS PARCELAS PUEDES DIVIDIRTE TÚ?


Después de imaginarme dentro de una burbuja, de hacer partícipe de ella a unas personas y luego al verme obligada a sacarlas nuevamente fuera, me he dado cuenta de que todos necesitamos un cierto espacio, aire del que disfrutemos nosotros solos o en compañía de quien nosotros mismos decidamos.

En mi opinión, cuando hacemos a alguien partícipe de nuestra “burbuja”, de nuestro espacio personal, se genera una relación diferente, se experimentan una serie de sensaciones por parte de ambas personas (creo) que hace que el ambiente se relaje, que la relación pueda ser más amistosa y que todas las personas implicadas puedan ser más sinceras y más ellas mismas.
Pues bien, a partir de estas ideas comienzan a surgir en mi cabeza algunas dudas con respecto al tema.

En mi opinión, para que una persona se sienta a gusto a nuestro lado, para que confíe en nosotros, para formar parte de su espacio personal y que nos deje entrar allí sin llamar, debemos primero hacer sentir a esa persona que forma parte de nuestro propio espacio, es decir, que está dentro de nuestra famosa burbuja. Sin embargo se plantea un problema. Si abordamos este terreno desde el punto de vista profesional, es decir, desde nuestro propio punto de vista como futuros psicopedagogos, se plantean algunas situaciones que creo tienen relación en este terreno.

En multitud de ocasiones nos encontraremos frente a personas (adultos, niños, adolescentes…) que tienen quizá que hablarnos de temas delicados, de situaciones que pueden estar afectando a su vida cotidiana, a su relación con la familia, amigos, a su rendimiento académico o incluso a su propia persona en sí misma. Desde mi punto de vista, para que una persona confíe en nosotros y deposite toda esa carga emocional que puede estar llevando a sus espaldas, necesitaremos antes haber creado algún tipo de vínculo, algún tipo de conexión que haga sentir a la persona que está en un lugar “seguro”, donde puede hablar, donde puede abrirse, donde puede compartir con nosotros sentimientos, deseos, preocupaciones, etc. ¿Cómo se traduce todo ésto? Sencillamente creo que se traduce en incluir a esa persona dentro de nuestra burbuja o al menos, hacerle sentir que está dentro (aunque realmente cuestionaría si una persona llegaría a sentirse conectado de esta manera con otra que no la incluye en su espacio personal. En mi opinión, se generan ciertas sensaciones, miradas, gestos, formas de hablar, etc. que son indicadores que nos muestras si estamos siendo o no aceptados por alguien). Pero, ¿podemos incluir a todo el mundo dentro de este rincón del mundo que guardamos para nosotros? ¿Debemos? ¿Podemos abrirnos a las personas en parcelas e incluir a cada una de ellas en cada uno de estos espacios o cuando incluimos a alguien lo hacemos completamente?

Si, como he señalado en las cuestiones anteriores, podemos abrirnos al mundo en pequeñas parcelas e incluir a los individuo en cada una de ellas, no habría más problemas que el de encontrar nuestra parcela profesional e incluir en ella a todos nuestros “pacientes”, y cerrar el resto. Pero si por el contrario no podemos seleccionar la parte de nuestro espacio a la que queremos dejar pasar, ¿cómo haremos para generar ese clima de confianza, de seguridad si no incluimos a la persona en nuestro terreno? o bien, ¿deberíamos implicarnos por entero a cada uno de ellos?


Desde mi punto de vista, siempre debemos dejar un margen entre nuestra vida profesional y nuestra vida personal, y es por ello por lo que me gustaría pensar que podemos abrirnos en parcela a los demás, sin embargo, al igual que antes decíamos que las personas notan cuándo están siendo incluidas o no dentro de esas parcelas, ¿no notaríamos también cuándo sólo nos dejan acceder a algunas de ellas? ¿Implicaría ésto algún tipo de reacción en la otra persona? No sé si quizá este sentimiento podría generar en los individuos el efecto contrario al que buscábamos, es decir, en lugar de crear un buen clima de confianza, crear uno de desconfianza y de incertidumbre por esas parcelas a las que nos han prohibido la entrada… ¿Dónde está el punto medio?

A través de esta reflexión mando quizá muchas cuestiones que ahora no quedan resueltas, pero a las que espero volver con ideas más claras.