viernes, 25 de abril de 2008

¿LIDERAR O SEGUIR?


Nunca antes me habría planteado esta cuestión. El líder es líder por naturaleza, tiene ese algo… ese yo que sé… ese qué se yo… es líder, sin más…


Sin embargo, darte de bruces contra alguien que no ve las cosas exactamente como tú puede enriquecer muchísimo tu manera de pensar, puede abrirte la cabeza de tal manera que incluso comiences a plantearte cuestiones que antes ni siquiera te habías parado a pensar… empiezas a relacionarlo con tu vida, con situaciones cercanas… comienzas a darle cierto valor a estas nuevas ideas que pueden incluso desterrar otras antiguas.


Hasta ahora, la cuestión del liderazgo se centraba más, desde mi punto de vista, en un análisis de las cualidades que todo buen líder debe tener: debe ser un guía, saber reconducir la situación, llevar a su terreno las cuestiones que le interesan, tener empatía… es decir, algunas de esas cualidades que estamos intentando descifrar cada viernes en clase… algunas de esas habilidades sociales. Sin embargo, comienzan a plantearse aquí algunas cuestiones que podrían cambiar totalmente mi idea.


El líder, ¿se hace o se nace?


Desde mi punto de vista y pensando en la actividad del otro día, me he dado cuenta de que básicamente no es una cuestión de liderazgo sino más bien una cuestión de seguimiento, y desde dos puntos de vista diferentes. Por una parte, debemos plantearnos la importancia del seguidor o de los seguidores que son los que realmente otorgan a esa persona la capacidad o el papel de liderazgo, mientras que por otra parte debemos preguntarnos también a quién o a qué sigue ese mismo líder.


Como vemos, ser líder no es tanto una cuestión de habilidades, es decir, en mi opinión, toda persona que posea ciertas características, habilidades sociales, don de gentes… tiene más posibilidades de crear ciertos vínculos con otras personas, generar determinadas expectativas, etc. que le hagan ser persona de confianza o al menos digno de ser seguido, de ser tomado en cuenta, de ser uno de los responsables de guiar y de ir marcando el camino. Sin embargo, nos damos cuenta de que esta última palabra no la tiene el líder sino aquellos que le dan la oportunidad de serlo.


Y volviendo a la cuestión anterior… ¿el líder es a su vez seguidor de algo o alguien? Desde mi punto de vista es inevitable que cada uno de nosotros sea capaz de ser líder de sí mismo. Es decir, cada uno de nosotros vamos construyendo nuestras personalidad, nuestras creencias, nuestras ideas y maneras de actuar… todo ello suele ser aquello que nos ayuda a relacionarnos con el mundo, con el entorno, con el resto de individuos. Ser líder de uno mismo es algo más que decidir lo que queremos o no hacer, es ser fieles a nosotros mismos, es basarnos en nuestras ideas, en lo que al fin y al cabo somos, para decidir si queremos o no otorgarle ese papel de liderazgo a otro que seguramente esté siguiendo sus propias convicciones.


Desde mi punto de vista, en la sociedad se le da demasiada importancia a convertirse en líderes, a destacar en un grupo, a estar rodeado de gente que confía en esa persona para que vaya quitando la maleza del camino… Creo que estamos olvidando una cuestión que va mucho antes que ésta y es que el liderazgo comienza en cada uno de nosotros. Si no somos capaces de seguirnos a nosotros mismos, de otorgarnos esa misma capacidad de decisión y de guías de nuestro propio camino… ¿cómo nos vamos a dejar en manos de otros? Seguramente esas personas estén siguiendo sus ideas, intereses… seguramente estarán siendo líderes de sí mismos y eso no tiene porqué asegurarnos que nos dirijamos hacia los mismos fines.


En mi opinión, si somos capaces de liderarnos a nosotros mismos, seremos también capaces de decidir hacia dónde queremos dirigirnos y a quién queremos tener a nuestro lado para emprender el camino… ¿no podríamos entonces apostar por un liderazgo compartido?

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