miércoles, 18 de marzo de 2009

¿PSICÓLOGA O AMIGA?


¿Cuántas veces nos han interrogado, nos han contado preocupaciones o situaciones incómodas, las personas de nuestro alrededor, para intentar encontrar un hombro en el que apoyarse, para sentir comprensión y aliviar la carga que llevaban dentro?

Pero... ¿qué pasa cuando esa amistad se torna en psicología? ¿Qué ocurre cuando se cuelga la etiqueta de que tienes que comprender, no juzgar, dejar tiempo, captar a la otra persona y actuar justo en el momento adecuado y exactamente de la manera en la que se tiene que actuar? Incluso, ser capaz de evaluar las diferencias entre varias situaciones para hacer consciente todo aquello que ha podido estar influyendo en la situación de manera que en un momento determinado una actuación haya sido todo un éxito y en otra todo un fracaso.

¿Por qué nos piden que dejemos a un lado los sentimientos, las emociones, la mirada desde el amigo o la amiga que somos, para observar a través de la lupa del psicólogo?

Creo que tengo un problemilla con eso. No puedo despojarme de mi "etiqueta" de amiga cuando tengo que ponerme la de "piscóloga". 1º... porque no lo soy... 2º porque no creo que se pueda actuar de igual manera ante personas que tienen diferentes siginificados para tí y distintas complicidades contigo.

Cuando alguien me pide algo así, intento mostrar las consecuencias de ésto... ¿dónde queda la amistad? Si de verdad ese alguien me pide actitud de psicóloga, si lo intento con todas mis fuerzas, si intento despojarme de esos sentimientos que me atan, entonces podría conseguirlo... pero no me pidas luego que vuelva a ser tu amiga... porque no sabré cómo hacerlo ...

¿A alguien más le ocurre ésto? ¿Se puede controlar? ¿Separar?

Me angustia bastante la idea de no poder ayudar a las personas que hay a mi alrededor como ellos y ellas quisieran que les ayudase. Pero por eso intento ser sincera y poner sobre aviso sobre aquello que suele ocurrirme cuando me olvido de esa amistad para "ayudar" de la forma que se me está pidiendo. ¿Compensa la pérdida?

La verdad es que la duda que más me ronda es... ¿es una excusa para esconder mi posible miedo a no ser capaz de ayudar a otros o realmente es una situación típica en estas circunstancias? Y más allá... ¿realmente puedes hacer comprender a alguien que ésto es lo que ocurre? ¿Se lo tomarán como una excusa? ¿Se perderá entonces la amistad tras entender que no se quiere prestar esa ayuda? Si fuera así...no habría entonces nada que perder porque ya se habría perdido... ¿podría ayudar ahora? ¿Me dejaría? Tendré que pensar sobre ello, pero a partir de ahora mi forma de presentación será: "Me llamo Mary...y no soy muy buena dando consejos..."
En fin... que difíciles son las cosas...





martes, 3 de marzo de 2009

SOBRE LAS CURIOSIDADES DE LA VIDA...



Aunque ya hace tiempo que terminamos las clases y aunque ya hace unas semanas que presentamos el trabajo final, llevaba unos cuantos días pensando que algo tenía que decir de todo el proceso, que algo se me quedaba en el tintero si no hacía una recapitulación de todo lo que había significado para mí haber estado trabajando a vuestro lado, construyendo y reconstruyendo ideas, conocimientos, teorías de grandes pensadores o incluso teorías de “andar por casa” que cada una manejábamos a diario... Y hoy ha sido por fin el día.


Tengo una exposición que prepararme, unas lecturas sin empezar, una reflexión pendiente... pero he decidido dedicar este último ratito del día a pensar en vosotr@s, en mi y en aquello que compartimos. ¿Por qué? Voy a ser sincera, y es que en la clase que he tenido hoy en la Autónoma me habéis vuelto a venir a la mente. En realidad nunca os vais porque en cada ejemplo, en cada explicación, encuentro una conexión con aquello que estuvimos trabajando durante las sesiones y fuera de ellas... sobretodo fuera...Y es por eso por lo que no puedo dejarlo pasar ni un minuto más.


Quiero empezar por recordar el día del gran estreno. Un cartel, una alfombra roja, un “agradable” olor a palomitas... en fín...era todo perfecto...y realmente me lo pareció. Me reí y pudimos compartir el trabajo final, compartir una pequeña parte de todo el proceso que habíamos estado llevando paso a paso durante tanto tiempo y en tantos lugares: en las clases, en el ascensor, en el tren, en la autónoma, en cualquier sitio con ordenador, en la biblioteca, en los trabajos... hasta en casa! Jajaja


Y es en la reflexión final donde quizá se me quedó algo pendiente. Es cierto que entre comentario y comentario todas fuimos abriendo un poco muestra manera de vernos y la forma en la que nos veíamos tiempo atrás.


Parece mentira que un proceso de este tipo pueda cambiar a alguien, parece exagerado decir que quizá ya no soy completamente la Mary que era tiempo atrás. No quiero decir que haya tenido un cambio radical, que haya visto la luz y que me vaya a meter a monja... “dios me libre”...jaja pero sí que en aquel me momento tuve la ocasión de aportar en cierta medida qué había cambiado en mí durante el proceso, qué me habíais aportado cada una de vosotras y cómo lo veía ahora reflejado tanto en ese corto con el que tanto nos reímos como a través del análisis y de la reflexión del proceso que habíamos llevado a cabo.


Es por eso que hoy estoy escribiendo esta bitácora. Porque después de ese comentario comencé a ir un poco más allá, a intentar explicarme a mí misma cuáles habían sido esos cambios, de qué manera el aprendizaje colaborativo había calado en mí, qué me había aportado.


Desde mi punto de vista y como os comenté allí, cuando empezamos a trabajar estaba bastante “cuadriculada”. Fíjate, después de decirme a mi misma que es importante respetar el ritmo de cada uno, que hay que descubrir de la mano de otro, que hay que descolocarse y valorar esa situación para después llegar a otra donde parece que todo se esclarece... después de decirme a mi misma todo eso, resulta que me di cuenta de que ni me estaba dejando tiempo, que no estaba respetando mi ritmo y que por supuesto estaba aprendiendo en colaboración con mis compañeras... siempre que ellas tuvieran en mente la misma manera de trabajar que yo... Me he dado cuenta de que la teoría con la que trabajábamos en clase, las ideas que obtenía de los textos o de las discusiones, incluso de las reflexiones que me sugerían los comentarios de los compañeros, de los blogs, etc. eran la base a partir de la cuál giraba todo cuanto pretendía hacer. Es decir, todo aquello que había aprendido estaba condicionando en gran medida lo que me estaba proponiendo llevar a cabo, la manera en la que lo estaba haciendo y el porqué lo estaba haciendo de ese modo. Me dí cuenta de que necesitaba hacer explícito todo cuanto había aprendido para que la actividad final fuera buena, para que recogiera todos los aspectos que eran interesantes trabajar, para que no perdiéramos de vista ninguna de esas distinciones de las que habíamos estado hablando y que nos habíamos dado cuenta de que condicionaban la manera en la que nos acercábamos al aprendizaje, la manera en la que nos desarrollamos, en la forma en la que damos sentido.


Por ese motivo empecé paso por paso. Comencé por intentar colaborar, intercambiar impresiones, ideas... pero muy pronto empezaron a asaltarme las dudas. ¿Estamos todos persiguiendo las mismas metas? ¿Necesitamos poner de acuerdo cómo estamos cada una entendiendo la situación para poder partir de un verdadero aprendizaje colaborativo? ¿Nos estamos escuchando realmente? ¿En qué estamos centrando la atención? ¿Cómo estamos haciendo todo ésto, porqué?... Todas estas cuestiones me desanimaron bastante al principio. No entendía como íbamos a hacer un trabajo colaborativo si no estábamos colaborando... o dicho de la manera en la que lo entendía yo... “si no estamos haciendo de forma explícita todo lo que sabemos que forma parte de una experiencia de aprendizaje colaborativo”.


La verdad, no sé cómo ocurrió... creo que un día simplemente me dejé llevar y me decidí a preocuparme un poco menos por si lo que estábamos haciendo respondía o no a lo que nos habíamos propuesto...o al menos a lo que yo me había propuesto. Decidí empezar a observar al igual que observa un niño todo cuanto le rodea... Nadie podrá decir que un niño no aprende escuchando, mirando, explorando... Decidí volver a esa manera de acercarme al aprendizaje e ir simplemente experimentando la sensación de trabajar, de escuchar a otros y de dejar un poco de lado la presión que ejercían esas grandes teorías o ideas que se habían estado machacando en clase. Decidi confiar en el grupo, decidí que, para que las cosas salgan bien no necesariamente tienen que salir como yo las tengo en mente. Me costó, pero también confié en que aquello que podía salir podría ser mejor que la genial idea que se me había ocurrido.


Para qué os voy a engañar. Tengo que reconocer que, cuando se me ocurre algo que creo que puede ser una experiencia interesante, que puede responder a todas esas inquietudes que tenemos, me cuesta pensar que otra alternativa me va a convencer más. Pero esta vez lo hice... ¡me atreví! Si, y digo me atreví porque da miedo dejar las situaciones al destino... a lo que salga...a lo que venga...


¿Todavía creéis que realmente las cosas sucedieron por azar? Hubo un momento en el que pensé: “Fijate, las cosas al final parece que se encaminan. Ya vamos teniendo claro hacia dónde nos queremos dirigir, vamos aportando ideas, van surgiendo otras nuevas, cada persona va tomando postura y la gente comienza a implicarse. Tenemos un proyecto en común y se nota un esfuerzo individual y grupal porque salga adelante. Ya no hay excusas para quedar un día u otro, ahora hay situaciones especiales, que se entienden, que se comprenden... y que además tienen alternativa...”


Ahora, con la mirada puesta atrás me doy cuenta de algunas cosas. Creo que nunca hubiera podido comprender el aprendizaje colaborativo sino me hubiera decidido a “abandonarme a mi suerte”. Ahora me doy cuenta de que todas esas ideas, todos esos conocimientos y esas teorías que habíamos estado trabajando, discutiendo, construyendo, etc. estaban reflejadas en el proceso. No hacía falta hacerlas explícitas, lo que a mí por lo menos me hacía falta era experimentarlas, sentir la sensación de abandono, de pérdida, para reencontrarme gracias al trabajo y al esfuerzo compartido. Parece que quizá estoy diciendo que hay que dejar a un lado toda la teoría que estuvimos viendo para haber pasado directamente a la acción, pero no es eso. Por supuesto que una vez que me relajé, que dejé que el proceso siguiera su curso, encontré que había muchas situaciones que podía entender, ahora con más herramientas que quizá antes, es decir, a medida que surgían las situaciones era consciente de las diferentes maneras que tenía para interpretarlas, para darle sentido, para obtener información y para utilizarlas de manera que favorecieran el desarrollo del grupo. En algunas ocasiones lo hice, las explicité. En otras no. En muchas seguramente ni siquiera fui consciente. Sin embargo, todo aquello me dio la oportunidad y me la da ahora de ir más allá, de poder pensar sobre ello y de ver las limitaciones que se ponían como una venda delante de mis ojos.


Creo que antes de objetivar algo, hay que comprenderlo, hay que sentirlo, hay que vivenciarlo. Pero no sentirlo en una clase que está destinada a ello, no me refiero a trabajar en un contexto en el que se está estudiando los procesos de autorregulación del aprendizaje y los factores personales e interpersonales del aprendizaje, me refiero a una situación en la que, fuera de esta contexto concreto, realmente tengas que ponerlos en marcha. Claro que si no hubieran existido esas sesiones, no sería capaz ahora de reflexionar sobre dicha experiencia, seguramente ni siquiera me hubiera parado a pensar en que tuviera algún interés.


Si pienso ahora en lo que me he llevado, además de todo ese conocimiento que me angustiaba al principio no poder dejar claro que sabía o que al menos era consciente de que debía saberlo o trabajar sobre ello, me gustaría decir que me llevo muchas sensaciones. Entre ellas, me llevo la sensación de que este trabajo que hicimos no es sólo mio, no es sólo que haya participado en él, sino que tiene una parte de mi, y que...porqué no decirlo, me siento orgullosa. Pero no tanto del trabajo en sí mismo sino de cómo lo hemos hecho, me siento orgullosa de la gente, de su implicación, de la mía, de sus ganas de seguir hacia adelante. Puedo decir que me siento más responsable y autora de un trabajo que nunca. Pensé que al compartirlo, al construirlo juntas se vería quizá la mano de cada una, que este trabajo final tendría un poquito de nuestras aportaciones, pero es que no es sólo eso. Me ha hecho tener la sensación de que este trabajo no es mío, ni de Lara, ni de Val, ni de Angélica, Itiziar, Maite, Dori o Dani... es que este trabajo es una sinergia de todas... No fue el trabajo ideal, se podría haber hecho mucho más, mucho menos, diferente....pero fue el nuestro... y lo mejor de todo fue que nadie se quedó con la sensación de “aquí está nuestro trabajo” sino que fue más bien un “aquí te podemos enseñar un Makig off de cómo ha sido nuestro proceso, de cómo lo hemos vivido, de lo bien que nos lo hemos pasado”... ¿El trabajo? Llegó un momento en el que casi era lo de menos...


Creo que soy una persona muy abierta a escuchar nuevas propuestas, a mirar más allá, a trabajar con otros... Todo, si es defendiendo esta postura en el aula, si es a través de una reflexión crítica, en un blog... Sí, podríamos decir que soy “colaborativa”... Pero cuando realmente se me planteó hacerlo, cuando tuve que enfrentarme a todo aquello que yo misma defendía, tuve que darme un tiempo... tuve que respetar mi ritmo y tuve que comprometerme a ser fiel a lo que creía. Lo hice y me alegro... porque ahora por lo menos me doy cuenta de todo lo que me pierdo al hablar desde el corazón de ciertos temas pero a mirarlos de reojo cuando los tengo que poner en práctica.


Por eso esta bitácora es para tod@s vosotr@s... porque ahora me llevo un poquito de cada un@ y porque, aunque os parezca que exagero....me habéis enseñado mucho. Gracias.